domingo, 23 de diciembre de 2018

La Ventana del Arzobispo

Buscaba datos sobre la Ventana del Arzobispo en la Curia de Granada para compartir su historia con vosotros y me enfrasqué en la extraña biografía de D. José Moreno Mazón, arzobispo de Granada y, al parecer, protagonista de la leyenda que hay tras esa ventana.



Cuentan las biografías de D. José que su rápida carrera hacia el arzobispado se debía principalmente a las urgencias y manejos de su hermano D. Miguel, persona adinerada de Málaga, senador, gran amigo de Cánovas del Castillo.
Cuentan también que la administración de los diversos puestos que ocupó: canónigo penitenciario, obispo de Cuenca, Vicariato Castrense, Patriarca de las Indias, Arzobispado de Granada, fue un tanto peculiar; los fuertes lazos de amistad desde sus primeras responsabilidades con un hombre llamado Antonio López Montes, a quien desde la modesta función de jardinero en Málaga encumbró hasta las más altas responsabilidades económicas en Granada fueron muy criticadas. Su libertad de acceso a cualquier sala del Palacio Arzobispal, y a cualquier hora; la libertad de administración de fondos, dejando en la pobreza más absoluta a fundaciones fuertemente dotadas, no hicieron más que confirmar el informe suscrito en 1890 por el secretario de la Nunciatura, Antonio Vico, “… la Santa Sede sólo aceptó que fuese nombrado para Granada (se refiere a su nombramiento como Arzobispo en 1881), incluso por el motivo de que, encontrándose esta diócesis en excelente estado de organización, serán más difíciles los abusos”.
Los informes de la Nunciatura sobre él coinciden con el juicio emitido por su predecesor en el obispado de Cuenca quien afirmó: “… por estar rodeado de malos consejeros, echó por tierra casi todo lo que yo había implantado con tanto esfuerzo…”; la Nunciatura afirmaba sobre su gestión en Granada, recordemos “diócesis en excelente estado de organización”, “… sea por falta de conocimiento o de práctica en la administración, sea porque a veces se deja llevar por arrebatos de ira en su trato con el clero, no se le atribuye el tacto ni el estudio suficiente de los asuntos para el buen gobierno, ni el acierto de rodearse de personas capaces y celosas… Antonio López Montes, seglar, que fue criado suyo… y ahora es su “gentilhombre”… es administrador de los haberes del clero de Granada, y además tiene en sus manos todos los fondos diocesanos, sin ninguna otra garantía que su buena fe; y de criado que era, hoy se ha hecho muy rico. Por este motivo y por ciertos rumores sordos, indefinibles, tiene en contra a todos los sacerdotes que habían permanecido adictos a la memoria de su llorado predecesor…
Copiaré de LA ALIANZA (1895) algunas de sus hazañas:
«Por una parte, ese trasiego que se efectúa con los infelices sacerdotes, teniéndolos convertidos en instrumento de lucro y de pasiones bastardas y de mala ley.
Por otra parte, esas coadjutorías abandonadas, entretanto que aparecen firmantes de esas nóminas, noveles, inconscientes o débiles sacerdotes a quienes su humildad les conduce a sufrir tales vejaciones, satisfaciendo ambiciones insaciables.
De estos no son uno ni dos, pueden contarse por docenas y por cientos, sin que se haya podido averiguar la inversión de tan enormes Cantidades como quedan en beneficio de la mitra.
Además, existe otro ingreso enorme en esa diócesis procedente de las capellanías, cuya cuantía nadie la conoce, a pesar de lo mucho que producen las mismas y que se hallan en arrendamiento. 
Todo esto tiene su explicación, que el público la ve muy claramente, sabe dónde va a parar ese dinero, tiene noticia de toda su inversión, cuyas sumas son sepultadas en un pozo que lo conoce muy bien con todo el clero de la Diócesis y el público casi en general.
En cambio hay en nuestra provincia un número exorbitante de sacerdotes que materialmente están muertos de hambre, que tienen que implorar de un modo humillante y vergonzoso na triste socorro para poder ir sosteniendo su débil y mísera existencia.
Todo ello constituye una verdadera felonía, mejor dicho, una infamia que no puede ni debe bajo ningún concepto tolerarse.

Pero en esa diócesis no hay ley, no se respetan los derechos de los sacerdotes, ni se atiende a otra cosa que a la conveniencia de esos mangoneadores de la mitra.
La prueba de ello es muy sencilla; casi todos los que rodean esa casa tienen los miles de duros a montones, y el primero de ellos el Administrador habilitado, mientras que los curas que no entran en esa colección de amalgamados, no pueden salir de su casa por no tener zapatos y darles hasta bochorno de encontrarse a nadie, porque carecen baste de manteos.
Tal es la situación en que esta diócesis se ha colocado desde que tomó las riendas de la misma el actual arzobispo limo. Sr, D. José Moreno Mazón.»
Poco más, ¿o sí?, aún queda el lado oscuro, cuentan de Isabel II que comentó en una ocasión sobre su propia noche de bodas con Francisco de Asís Borbón, reconocido homosexual: «¿Qué podía esperar de un hombre que en la noche de bodas llevaba más encajes que yo?».
Miguel A. López, quien fue mi profesor en Magisterio, nos cuenta en su biografía de D. José: “Aficionado a los encajes, llegó a tener un amplio muestrario de ellos con ejemplares nacionales y extranjeros. Sus albas y roquetes, guarnecidos con éstos, llamaban la atención”. Poco puedo añadir ni él ni su jardinero contaron nada.
Pero se me olvidaba la Ventana del Arzobispo, llegaré. Despreocuparos, es que su biografía da para tanto. Me detendré en 1895, D. Manuel Torres Campos, catedrático de la Universidad de Granada, reconocido internacionalmente por sus contribuciones al derecho, pronuncia el discurso inaugural de la Sección de Estudios para la Mujer de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, asisten todas las autoridades de la provincia, mientras habla D. José Moreno, el arzobispo, juega con sus encajes, pero… en la somnolencia que producen esos discursos escucha:
Los partidarios de la emancipación femenina pretendemos que sea abolida la potestad marital y se funde el derecho de familia sobre el principio de la igualdad entre los esposos; que se conceda a las mujeres el derecho de hacer un uso honrado de sus facultades, y se hagan accesibles a todos, sin distinción alguna de sexo, los oficios, los empleos, los profesiones liberales y las carreras industriales, y que se les permita, por último, intervenir de alguna manera en la gestión de los intereses públicos
Y raudo, en la medida en la que sus muchos kilos lo permitían, ordenó finalizara el discurso condenando las afirmaciones del catedrático citado.
El texto de la conferencia de D. Manuel Torres Campos podéis leerlo en:
http://digibug.ugr.es/handle/10481/17893
Poco más. El 17 de enero de 1905 falleció D. José, sus restos están en la Capilla de la Virgen de las Angustias de la Catedral de Granada, su epitafio es el usual, grande, magnífico, humilde, … pero podía haber sido la frase que D. Andrés Manjón dijo con ocasión de su fallecimiento:
Muere el arzobispo de Granada, D. José Mazón, a los setenta y nueve años y 14 arrobas. No he visto hombre más obeso. Su pastorado se ha distinguido por dejar hacer y caer. Le faltó cabeza y energía para secundar a su corazón bondadoso, y la diócesis está mal y el seminario también, R.I.P.

Y comienza la leyenda, cuentan que el clero, descontento con esta etapa de abusos y con el enriquecimiento del “jardinero”, no quiso que D. José saliera de forma digna por la puerta del Palacio Arzobispal y que, éste -el clero-, con urgencia habilitó una salida por atrás, la Ventana del Arzobispo.
Cuando paséis por ella veréis está coronada con el escudo del apellido Mazón. ¿Fue un castigo? ¿Será cierta la historia? Nunca lo sabremos.





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