jueves, 10 de marzo de 2022

1492-1506 EL LLANTO DE UN PUEBLO – SOBRE LA VIDA DE LOS JUDÍOS EN PORTUGAL EN LA INFANCIA DE JUAN DE DIOS EN MONTEMOR-O-NOVO

San Juan de Dios. Alonso Cano. Patronato de la Alhambra

Ayer tarde tuve ocasión de asistir a la interesante charla de D. Francisco Benavides, Director del Archivo Museo de San Juan de Dios, sobre “Las mujeres de San Juan de Dios: cómplices y vulnerables”, organizada por Conoce Granada Paseando.

Y al hilo de su exposición que iniciaba naturalmente por su madre terrenal y sus posibles orígenes judíos me vino a la memoria la terrible persecución sufrida por los sefardíes en Portugal entre 1492, fecha de su salida de España, y 1506, fecha de la Masacre de Lisboa, persecución que pudo motivar la entrega del pequeño Juan Ciudad, nacido en Montemor-o-Novo (Portugal), a un clérigo para su traslado a Oropesa en Toledo.

Empezaré en 1492, Fernando e Isabel firman en Granada, el 31 de marzo, el Edicto de Expulsión de los judíos. En él se establece una fecha tope el 31 de Julio, para ese día o conversos o en el exilio.

Juan II de Portugal, consuegro de los Reyes Católicos (su hijo Alfonso se había casado con Isabel de Aragón en 1490 (ella tenía 20 años, él 15); él falleció en 1491 pero ella siguió ligada a la corona portuguesa y se casó en 1497 con el primo de Juan II que fue rey con el nombre de Manuel I), recibió el regalo con agrado, por la frontera de Castilla le entraba mano de obra y, ¡qué oportunidad!, dinero. Aprobó la admisión de los judíos exigiéndoles que pagaran una importante suma de dinero, 100 cruzados. Los que no podían pagar esa suma, podían residir en Portugal por un máximo de 8 meses, por una suma menor, 8 cruzados por cabeza. Ni que decir tiene que en ocho meses no hubo barcos suficientes. Transcurrido este plazo los sefardíes serían considerados esclavos de la Corona.

Además de los problemas económicos Juan II tenía otros problemas, sus tropas y comerciantes se iban extendiendo por las costas africanas y necesitaban mano de obra, claro que no podía prescindir de los maestros en distintos oficios recien llegados de Castilla pero si podía usar a sus hijos y sin demora, en 1493, arrebató de los brazos de los judíos a los niños de entre 2 y 14 años, unos –los más afortunados- fueron a ser reeducados en los conventos, los otros -2000- embarcaron hacia las nuevas colonias de Santo Tomé y Príncipe, las Islas de los Lagartos, lagartos carnívoros que, junto con el resto de las calamidades de la zona, quitaron la vida a 1.400 de los niños embarcados en solo un año.

La narración de este secuestro inhumano nos ha llegado de un judío, Usque.

“… de forma autoritaria y represiva, D. Joao II decretó la deportación de niños, provocando … escenas tristes y “dolidas despedidas” entre padres e hijos bañados en lágrimas. Los agentes del reino tiraban niños y niñas “de los brazos de las madres desconsoladas”, mientras que “viejos judíos honrados” eran arrastrados por las barbas con violencia. “Algunos exiliados se arrodillaban ante el monarca, implorándole para zarpar junto a los hijos queridos, pero era en vano cualquier tipo de apelación”. En relato punzante, Usque expone conmoción en la escena en que una madre “desprovista de misericordia”, toma el hijo en los brazos en lo alto del barco y ellos se lanzan al mar “abrazados como una sola criatura”, prefiriendo la muerte al suplicio”. (Roth, Paul. 1492, Bravura Sefaradi. Sao Paulo, 2019. Pág. 24).

Es en este escenario en el que dos años después (1495) nace un niño en la pequeña localidad de Montemor-o-Novo, los padres le darán por nombre Joao, sus apellidos serán Cidade Duarte. En esa pequeña y pacífica ciudad vivirá algunos años.

Mientras tanto la situación de los judíos en Portugal sigue empeorando. Muerto Juan II ese año (1495) le ha sucedido su primo Manuel I quien pide a los Reyes de Castilla y Aragón casarse con su hija Isabel de Aragón como citaba más arriba. Los reyes españoles acceden con una condición la expulsión definitiva de los judíos del reino de Portugal.

En 1496 Manuel I firma el decreto de expulsión que podría evitarse solo con la conversión. No contento con esta medida ordena en 1497 un nuevo secuestro de todos los niños judíos menores de 14 años de padres que se negaran a convertirse. Poco tiempo después amplia la medida a los menores de 20 años. Tras ello concentró en Lisboa a todos los judíos que se oponían a su conversión para su supuesto embarque, concentrados cerca de 20.000 un ejército de frailes y funcionarios del gobierno arrastraron a esas personas a su bautizo forzoso. El rey Manuel I podía descansar, ya no había judíos.

Pero algo debió de fallar, o no, la voluntad de los judíos y su amor a Dios pudo más que esa legión de clérigos y funcionarios y ellos, los judíos, siguieron cumpliendo secretamente sus prácticas religiosas.

Casi diez años después, en la Semana Santa de 1506, una turba de hombres aleccionados por algunos religiosos intransigentes llevó a cabo la matanza de más de 4.000 judíos en Lisboa, asaltaban sus casas, mataban niños, jóvenes, ancianos, robaban sus pertenencias haciendo lo mismo con los que en su huida se habían refugiado en las iglesias.


Y acabo, es en este ambiente en el que como cuenta el maestro Francisco de Castro “… nació (Joao/Juan) de padres medianos, no ricos ni pobres del todo, criose con sus padres hasta edad de ocho años, y de alli sin sabello ellos, fue llevado por un clérigo a la villa de Oropesa (en Toledo)…”


Otros han estudiado con más detalle su posible origen judío, mi propósito ha sido solo transmitir como fueron esos años para los judíos residentes en Portugal. Parece razonable el traslado del niño a España donde sin revelar su origen podría vivir más seguro.

Granada, 10 de marzo de 2022.