viernes, 28 de febrero de 2014

El cerrojo de san Gil


Hablaba recientemente con una amiga sobre el cerrojo de San Gil y prometí contarle en forma breve el origen de la frase “agárrate, si te caes, al cerrojo de san Gil”, frase hoy día olvidada por los granadinos.

Trataré de hacerlo, aunque sea de forma apresurada, para dar respuesta a mi curiosa amiga:

La Iglesia de San Gil fue erigida en 1507 sobre el solar de la antigua mezquita de Al-Hattabin o de los leñadores.

La portada principal fue trazada por Diego de Siloe en 1555.


 
Muy deteriorada la iglesia, en 1868 se tomó la decisión de derribarla, obra que se ejecutó en 1869.

Quizás estas fotos fueran las últimas que la Iglesia se tomaron:


(Plaza Nueva e Iglesia de San Gil desde la Torre de la Vela)

Como si de un signo de la época se tratase, mientras se discutía su cierre por el escaso número de feligreses a escasos diez metros, en la ya desaparecida calle del Cañuelo, n.º 11, abría sus puertas el 25 de abril de 1869 la primera iglesia evangélica de Granada.

San Gil fue famosa en su tiempo por albergar la imagen de la Virgen de las Tres Necesidades, obra de José Risueño, imagen entonces muy venerada como amparo de todas las necesidades humanas, en 1760 se dispuso cambiarle el nombre por María Santísima de las Necesidades y en 1930, rompiendo con una tradición secular, alguien decidió llamarla Nuestra Señora de la Esperanza, denominación que conserva en la actualidad y que es muy lejana al propósito de Risueño al trabajar su bello rostro y manos, pero …


Quizás la existencia de esta imagen dio origen a la tradición que mantenía que aquellos que tocaban el cerrojo obtenían respuesta a sus necesidades, de este modo las cuerdas de presos que se dirigían desde la Cárcel Baja hasta la Audiencia al pasar junto a la puerta se agolpaban para tocar el cerrojo, costumbre que también adoptaron las mujeres que sentían que el tiempo pasaba y pareja no encontraban.

Al derribarla se conservaron algunos elementos pero no la cancela que posiblemente fue fundida para desgracia de los presos, mujeres y otros necesitados.

Entre los elementos que se conservaron lo fue el artesonado mudéjar, en él un vecino de Sorvilan llamado Pepe, en 1925, como si de una petición a Nuestra Señora de las Necesidades se tratara o bien quisiera tocar el cerrojo de San Gil, ocultó una carta de amor descubierta en agosto de 2013.


La tradición del cerrojo fue recogida por Antonio J. Afán de Ribera en su obra “Cosas de Granada” y por Nicolás de Paso y Delgado, en marzo de 1870, en la revista “El Liceo de Granada”, versión ésta última que reproduzco:

EL CERROJO DE SAN GIL.

Al distinguido poeta D. Aureliano Ruiz
                                    en testimonio de amistad.
 
Los que tienen la fortuna
de haber nacido ó vivir
en esta ciudad hermosa
de la Alhambra y el Genil;
paraíso de occidente,
sultana, maga y hurí,
conocen el vulgar dicho,
más grosero que feliz:
«agárrate, sí te caes,
al cerrojo de san Gil. »

Yo la tradición ignoro
de este modismo incivil
del granadino idioma:
no la intento descubrir;
mas, ciñéndome á la frase
popular, pretendo aquí
levantar sobre la idea
del hierro, metal ruin,
un romance titulado;
«el cerrojo de san Gil. »

Era el tal un gran cerrojo;
un cerrojazo, al medir
de una mano de jígante:
 Hércules, Sanson, Taríf.
Tan robusto y tan pesado,
que ni un moro marroquí
echarle hubiera podido,
ni moverle: paja, en fin,
es un roble, comparado
 al cerrojo de san Gil.

Por eso, en chanza y de burla,
Se acostumbraba decir
Á quien abrumado estaba,
Sin aliento el infeliz;
Al que, falto de padrino,
Padeció miseria vil,
Y á la crónica doncella
Que al altar no pudo ir:
«Pobrecitos, agarraos
Al cerrojo de san Gil.»

Era la frase, en verdad,
dura, grosera, incivil;
propia de un pueblo salvaje,
ó de los moros del Riff.
Pero ¿qué quieren ustedes?
Hay gentes que son así;
Cuyos vicios o resabios
Son su modo de existir;
Y por eso aquí tenían
El cerrojo de san Gil.

Pero son otros los tiempos;
y la iglesia al destruir
del bendito abad, su puerta
han arrancado de allí.
¿Dó está el cerrojo? Su hierro
habrá podido servir
para tijeras, dedales,
sierras, escoplos... en fin,
instrumentos de más uso
que el cerrojo de san Gil.

¡Sabe Dios si en este instante
algún obrero es feliz
manejando el buen martillo
que habrá podido fundir!
¡Sabe Dios si las agujas,
quizá ciento, quizá mil,
que aquel hierro contenía
en forma tosca y ruin,
más doncellas han salvado
que el cerrojo de san Gil!

Porque (sabedlo, pollitos;
niñas bonitas, oíd:)
el pensamiento encerrado
en aquel dicho infeliz,
propio de un pueblo ignorante
y por lo tanto, pueril,
era un insulto en los hombres
y en las bellas un desliz:
á nadie jamás sostuvo
el cerrojo de san Gil.

Mas la ilustración poniendo
su mano fecunda allí,       
cambió al punto su destino,
con mudanza tan feliz,
que en vez de un duro sarcasmo,
como lo ha sido hasta aquí;
en vez de una horrible burla
del estéril porvenir,
es una grata esperanza
el cerrojo de san Gil.

¡Oh gran riqueza del hierro'
Metal humilde y ruin,
despreciado, envilecido,
como pobre ó baladí:
yo te juzgo más precioso
que el oro puro de Ofir!
El hierro, en manos del hombre
trabajador, puede... ¡sí!
ser más útil, más benéfico,
que el cerrojo de san Gil.

Hierro y oro: dos metales
que bastan á resumir
la historia de todo el mundo
desde el principio hasta el fin.
El oro esclavos produce,
y el hierro debe servir
para libertar al pueblo...
con la industria, no en la lid.
Por eso también es libre
el cerrojo de san Gil.

Ya es menester que olvidemos
la antigua frase incivil
que resonó tantas veces
de la Alhambra al Albaicin;
y en lugar del dicho estúpido,
anticristiano, infeliz,
deben hoy los granadinos
ilustrados, repetir:
«¡bien haya quien hizo útil
el cerrojo de san Gil!»

¿Hay algunos todavía
que no lo entiendan así?
¿Hay quien censure mi tema,
ó diga: «le falta esprit
¿Hay algunos que motejen
a quien mandó destruir
la iglesia, puerta y cerrojo
del santo abad..? Pues oíd:
¡que se agarren los quejosos
al cerrojo de san Gil!

N. de Paso y Delgado

jueves, 27 de febrero de 2014

Efeméride: Los habitantes de la Luna


Prometía hace unos días a mi amiga Ana tratar de los habitantes de la luna con ocasión del 129 aniversario de su feliz descubrimiento y hoy, casi 1 de marzo, lo haré.

El 1 de Marzo de 1885, el periódico semanal de Motril “La Revista” publicaba la noticia que reproduzco:


“LOS HABITANTES DE LA LUNA.

Según los recientes experimentos del sabio Bernhard Juegel, se ha resuelto el difícil problema de si la luna estaba o no habitada.
Refiere el periódico El Nuevo Ideal, de Mataró, que este sabio Juegel, con ayuda de un microscopio solar de cuádruple potencia que los conocidos, ha podido descubrir la existencia de seres vivientes en nuestro satélite.

“Sometida, dice el citado periódico, a este microscopio monstruo la fotografía detallada del disco solar obtenida por medio de la escandilación del objetivo del gran refractor de un poderoso telescopio, el círculo del disco referido, ha alcanzado un diámetro de 74 metros.
“El resultado de esta experiencia ha sido ciertamente asombroso.
“La existencia de seres vivientes en la luna está completamente comprobada.
“Los habitantes de nuestro satélite son de estructura muy diferente a la de los habitantes de la tierra.
“Según cálculos, la dimensión de aquellos es mucho mayor que la nuestra, siendo de proporciones irregulares.
“No pueden precisarse otros detalles, pues esto ha de ser objeto de ulteriores descubrimientos, que se obtendrán a medida que se vayan perfeccionando los aparatos, hasta cierto punto deficientes de que hoy disponemos.
“Puede de todas maneras afirmarse que existen en la luna centros importantes de población, en los que se notan un orden admirable de alineación en las vías o arterias principales por las que discurren gran número de seres vivientes cuya existencia acaba de ser descubierta por Juegel.
“Existen además extensiones vastísimas que acusan una vegetación fertilísima, atravesando aquellos territorios en diversas direcciones multitud de ríos de más o menos importancia.
“Se han observado asimismo en los mares de la luna, según la fotografía obtenida, algunos puntos negros que suponen barcos, aunque, de serlo, su configuración es muy distinta de la que tienen los conocidos entre nosotros.
“La revista extranjera de donde tomamos la noticia, se promete poder en breve publicar el resultado de otros experimentos importantes que se están intentando y que cree darán minuciosos e importantes detalles sobre tan admirable descubrimiento.”

Nosotros insertamos los anteriores renglones, y si no decimos que la luna está habitada, justo es, que si hay alguien que lo afirme, lo consignemos así en nuestro periódico.
 


Sirva al menos esta noticia como homenaje a D. Gaspar Esteva Ravassa, director de la publicación, poeta, intelectual, “liberar”,  … quien llegó a ser alcalde de Motril.

Del profesor Bernhard Juegel, a pesar de su importante descubrimiento, no he podido encontrar dato alguno.

Poco más, Paz y Santa Alegría.

Javier

 

 

 

lunes, 24 de febrero de 2014

Huellas del Colegio Sagrada Familia de Granada

Casi sin comentarios. Testimonios de la historia del Colegio Sagrada Familia de Granada, en la actualidad dirigido por las Religiosas de la Pureza de María.

Inauguración:


 
 
La primera piedra dice: "Del azote de los terremotos, líbranos Señor".
 
Actividades musicales:


viernes, 21 de febrero de 2014

22 de febrero de 1939 - Fallece Antonio Machado

75 aniversario de la muerte de Antonio Machado.

No lo quiero dejar pasar y tomaré el más corto de sus poemas:

"HOY ES SIEMPRE TODAVÍA"
 
(Proverbios y Cantares, I Parte, VIII)

y la foto, para mi, mas real de él.

Gracias por tu vida, gracias por tu obra
 
 

miércoles, 19 de febrero de 2014

La Noche de San Juan II


 
Prometí hablar en una semana del estudiante de Salamanca, D. Vicente, pero la gripe y los mil avatares que rodean nuestras vidas me han impedido hacerlo. Hoy ayudado por mi fiel amigo Telesforo lo haré.

Washington Irving recogió esta historia, como casi todas las que escribió, de las tradiciones populares granadinas, en este caso sabemos que ocurrió en 1765 por narrar los hechos el padre Echeverria en el segundo tomo de sus Paseos por Granada publicado el mismo año.

Así que tomando de una y otra versión, respetando en lo posible aquellos elementos que el padre Echeverria describe, por ser testigo de la historia, os contaré lo que ocurrió.

Pues bien D. Vicente, nuestro protagonista, joven de corazón generoso y noble, era lo que se llamó en la época un sopista, es decir seguía su carrera sin otros recursos que los de la caridad y como se dice que el hambre agudiza el ingenio, en la canícula, él y otros muchos estudiantes de España peregrinaban por toda su geografía alegrando cualquier reunión con canciones y cuentos por lo que recibían una pequeña suma que les permitía continuar sus estudios.

Quiso la casualidad que al pasar por la plaza de Carvajal de Salamanca, vecina a la cueva de San Cipriano, lugar en el que Satanás, bajo la apariencia de sacristán, impartía doctrinas de ciencias ocultas, adivinación, astrología y magia, Don Vicente encontrase en el suelo un anillo, el mismo tenía grabado sobre el chatón una extraña divisa: dos triángulos cruzados formando una estrella, el Sello de Salomón, conocido por aportar prosperidad a la persona que lo porta.

Nuestro estudiante, desconocedor de sus propiedades, agradeció a San Cipriano el regalo encontrado e inició su marcha hasta Granada dónde pensaba recaudar algunas monedas.

Pronto llegó a Granada donde, en poco tiempo, gracias a su carácter, guitarra e ingenio, se convirtió en el centro de todas las zambras y reuniones.

A los pocos días de su llegada se celebraba la noche de San Juan, fiesta en la que las jóvenes granadinas esperaban ansiosas que en la campana de la Torre de la Vela resonasen las doce campanadas de la medianoche para lavar sus rostros en las aguas corrientes del Genil, el Darro o la Fuente Nueva en la seguridad de que ésta aumentaría su belleza.

Don Vicente fue invitado a animar con su música y cantes a los reunidos junto al puente de las Cornetas del río Darro, puente hoy conocido como del Aljibillo.

Mientras tocaba su guitarra sentado en el pretil del viejo puente, observó que en la otra orilla estaba sentado un soldado con uniforme azul y encarnado, gola, espada al cinto y pica en la mano, al que nadie prestaba atención-

Al poco, se levantó y dirigiéndose al soldado le preguntó a que regimiento pertenecía dada su extraña indumentaria. Éste respondió:

-A la Guardia Real de Doña Isabel de Castilla.

- Pero si este cuerpo desapareció hace ya trescientos años, replicó el estudiante.

- Trescientos años que llevo montando guardia, pero hoy podré acabar mi servicio. ¿Queréis hacer fortuna?

Sorprendido el estudiante, su rostro delató el temor a participar en algún acto criminal. El soldado le tranquilizó señalando a su espada: “Nunca la he sacado sin razón, nunca la he envainado sin honor, despreocupaos, soy cristiano viejo, confíad en mí.”.

Tras ello, lo condujo a través de la muchedumbre que celebraba la noche de San Juan en la plaza del Aljibillo, sin que al parecer, nadie notase su presencia hasta un camino polvoriento que bordea la muralla de la Alhambra.

Al llegar a la Torre de los Reos, el extraño soldado golpeó con el regatón de la pica una de las paredes, abriéndose con gran estruendo el muro de piedra para franquearles el paso.


- “Entrad, no temáis nada”, le dijo el soldado.

Dentro había varias tinajas y un pequeño asiento de piedra al que se refirió diciendo: “ésa ha sido mi cama durante tres siglos”.

- Tendréis un sueño muy profundo para poder dormir sobre esa piedra, le replicó.

- “No, son tres siglos castigado a velar constantemente el tesoro que encierra esta cueva. Entré en esta ciudad con sus majestades los Reyes, pero un alfaquí me convenció le ayudase a guardar sus tesoros en esta cueva con la promesa de pagar generosamente mis servicios. Debiendo ausentarse temporalmente, y temeroso de mi fuga con los tesoros, me hechizó para que los vigilase sin descanso. El alfaquí desapareció y desde entonces solo me está permitido salir de tres en tres años en la noche de San Juan, dirigirme al puente de las Cornetas y esperar que alguien generoso y noble y con poderes suficientes rompa el hechizo. Hoy tú, poseedor de esas virtudes y del anillo con el Sello de Salomón, tenéis el poder de rescatarme”.

Al punto recordó el estudiante el anillo que le “regaló” San Cipriano en Salamanca, maravillándose de su poder.

Pronto el soldado le devolvió a la realidad: “¿Ves estas tinajas llenas de oro y piedras preciosas?, rompe el embrujo que me retiene y la mitad del tesoro será tuya”.

- ¿Qué tengo que hacer?, respondió.

- “Deberás de buscar tres monedas pensadas y dobladas, con ellas deberás de adquirir – ¡Ay!, el relator omitió intencionadamente la relación de los objetos a adquirir- y volverás aquí antes de tres días. Date prisa, si no lo logras en ese plazo deberé de esperar otros tres años. El anillo te franqueará la entrada”.

Preguntó nuestro estudiante sobre que quería decir exigiendo que fuesen tres monedas pensadas y dobladas, a lo que el soldado le respondió que pensadas, quería decir, que el que se las diese no supiera para que fin se las daba y pensase que eran para su uso, y dobladas, quería decir, que una a otra se excediesen en la mitad de su valor, por ejemplo: cinco reales una, diez otra y veinte la tercera.

El estudiante se despidió presuroso por lograr las monedas y llevar los objetos pedidos y al salir, cuando volvió la cara, no vio más que la pared de la Torre.

Al bajar para Granada, junto a la fuente de las Ninfas[1], encontró a un amigo al que le preguntó si podría darle treinta y cinco reales en tres monedas, éste le dijo que contara con su ayuda si necesidad de explicaciones pero que solo disponía de dos pesetas[2] y esas le daba, nuestro estudiante pensó que bastaba con pedirlas, por lo que las tomó.

Con esa confianza, se dirigió rápidamente a la tienda de la Batera irlandesa, frente a la calle de Benamar, en el Zacatín, donde adquirió los objetos pedidos.

A la noche siguiente, D. Vicente, con su sello de Salomón y los objetos, se presentó delante de la Torre de los Reos, al mostrar el sello sus muros se abrieron y le permitieron el paso.

Allí encontró al soldado, pero para su sorpresa éste estaba triste, cabizbajo, su cara parecía grisácea, y le explicó “sé que pediste las monedas según mis instrucciones, pero sé que te dieron dos pesetas. Pero todo ha sido inútil, todo se ha echado a perder por la falta de las monedas. Observa las tinajas, donde había oro ahora solo hay carbón, donde había piedras preciosas ahora solo hay escombros. Así que dentro de tres años, es decir en 1768, esperaba lo liberase de su triste destino”.

 

 
Nada más se volvió a saber de nuestro estudiante, quien nunca más volvió a Granada. Desde 1765, año en el que el padre Echeverria narró estos hechos, y durante algunos años se agolparon los curiosos alrededor del puente de las Cornetas, pero quien no pecaba de envidia, pecaba de falta de sinceridad, de … por lo que con el tiempo éstos perdieron la fe en encontrar al soldado encantado y pensaron que su aparición solo se producía cada cien años. Washington Irving lo narra así, pero no es cierto, cada tres años allí se sienta nuestro soldado esperando que alguien de corazón generoso y noble y portador del Sello de Salomón le preste atención.

Ahora que caigo, 1765, 1768, 1771, 1774, …1840, 1843, 1846, …2011, … 2014. Este año … irá el soldado, tú ya tienes el corazón generoso y noble, solo te falta el sello, y éste lo llevo en el bolsillo.

El 23 de junio, a las once de la noche, nos vemos en el Puente del Aljibillo.

Te espero.


 

 
Echeverria, J. Paseos por Granada. Valladolid: Editorial Maxtor; 2009.

Irving, W. Cuentos de la Alhambra. Madrid: Ediciones Ibéricas, 1953.

 
Los grabados corresponden a:

Laurent. Tarjeta postal con Vista de la Alhambra en 1879.

Gimeno, F. La Torre de los Reos en Granada, reproducida por La Ilustració Catalana de 15 de marzo de 1885. Núm. 130.



[1] La Fuente de las Ninfas separaba la Plaza de Santa Ana de la Plaza de la Chancillería. Levantada entre 1590 y 1593, fue derruida en 1836 tras un desbordamiento del río Darro que se aprovechó para unir las tres plazas contiguas: Nueva, de la Chancillería y Santa Ana en una amplia plaza que alcanzaría su tamaño actual con el derribo de la Iglesia de San Gil.
[2] Aunque oficialmente nace la peseta en 1868 ya en 1737 el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española de la Lengua recoge su uso:
PESETA. s. f. La pieza que vale dos reales de plata de moneda Provincial, formada en figura redonda. Es voz modernamente introducida. Latín. Moneta argentea duplex. Didrachmum agenteum.

lunes, 3 de febrero de 2014

La mejor fragancia del mundo


Hoy quiero hablaros de perfumes.

Y es que en opinión de los “entendidos” la mejor fragancia es la del almizcle. Éste procede de una sustancia segregada por algunas glándulas del ciervo almizclero que habita en el Tíbet.

Cuenta una leyenda hindú que tras una disputa entre los ciervos para alcanzar la comida, uno de ellos fue herido. En ese momento el valle se llenó de un grato olor.

Uno de ellos, prendado por ese aroma, comenzó a buscar afanosamente el origen del mismo. ¿De dónde saldría ese perfume que embriagaba los sentidos? ¿Vendría de las flores silvestres? ¿de las aguas que corrían? ¿del rocío que cubría las hierbas?

Desde ese día la búsqueda de ese perfume dio sentido a su vida; alejándose de la seguridad del valle saltaba las quebradas mas anchas, subía a las montañas mas altas, descendía a las oquedades mas profundas, …

Obsesionado olvidó la comida, la bebida, el sueño, … solo se preguntaba ¿de dónde viene ese aroma?

Un día, agotado, al intentar saltar un acantilado cayó al fondo y tratando de curar sus heridas se lamió el pecho roto en la caída, al hacerlo percibió el aroma buscado. El olor nacía dentro de él.


Nosotros, como los ciervos almizcleros, llevamos el aroma dentro, pero disfrutamos sobre ellos de la ventaja de que no necesitamos morir sino nacer de nuevo y para esto solo hace falta creer en Él.



Desde ese momento “somos el buen olor de Cristo” (2 Cor. 2:15) y esa si es la mejor fragancia del mundo.