sábado, 14 de agosto de 2021

Omni mors aequa (La muerte lo iguala todo)

 Cuentan que en viaje desde Gumiel a Valladolid, a finales de abril de 1600, el rey Felipe III tuvo que detenerse en Lerma.

Los caballeros y tropa que le acompañaban fueron acogidos en diversas casas de la localidad.

Tocó a uno de ellos, Juan de l'Hermithe, flamenco, ayo del rey en su infancia, la suerte de ser recibido por el notario en su casa. Éste le asignó la mejor de sus alcobas.

Juan de l'Hermithe nos transcribió la inscripción que adornaba la alcoba, demuestra el poco respeto que mercecía el papa por sus súbditos, con los cuales a veces se hallaba en guerra por ejercer poder temporal como otro rey cualquiera.


El Papa: Yo solo soy uno.

El Rey: Yo obedezco a ese uno.

El caballero: Yo sirvo a estos dos.

El mercader: Yo engaño a estos tres.

El letrado: Yo revuelvo a estos cuatro.

El médico: Yo mato a estos cinco.

El teólogo: Yo absuelvo a estos seis.

El labrador: Yo sustento a estos siete.

Dios: Yo sufro a estos ocho.


Y es que como dice la sentencia "Omni mors aequat", la muerte lo iguala todo.













Ilustraciones de 

The dance of death at Basel. Lithograph by G. Danzer after H. Hess