viernes, 22 de diciembre de 2017

El Gallo de Navidad II

Belén montado por el Ayuntamiento de Granada en 2017


En la nota anterior os contaba una vieja costumbre heredada de mi madre que mantenemos en mi casa, en el portal de Belén no puede faltar un gallo, os recordaba que desconocía las orígenes de esa costumbre, lo hacía mi abuelo, lo hacía mi madre, lo ha mantenido mis hermanos y hermana, lo mantienen mis hijas y espero lo hagan mis nietos; os contaba también que había encontrado un villancico que recogía esta tradición:

A las doce de la noche,
un gallo me despertó,
con su canto tan alegre,
diciendo Cristo nació.

Os decía que según leyendas muy antiguas fue el gallo quien dio el primer testimonio del nacimiento de nuestro Salvador, él que al presenciar el acontecimiento cantó rápidamente para pregonar la buena nueva: primero despertando a la mula y al buey, luego llamando a los pastores y a sus ovejas y más tarde a las gentes que vivían en la región, y que el Evangelio Egipcio de Jesús recogía la importancia del canto del gallo en el nacimiento e infancia de Jesús; no me alargaré más podéis leerla más abajo pero hoy os quiero transmitir otra bella historia que me contaron.

Mi pobre gallo, un pelín deteriorado por el paso del tiempo


En la noche de Navidad, al nacer Jesús un gallo gritó: “¡Christus natus est!, ¡Christus natus est!” (Cristo ha nacido); al oírlo el pato graznó: “¿Quando?, ¿Quando?”; el cuervo, moviendo sus alas como dándose importancia, graznó: “In hac nocte” (En esta noche); el buey sobresaltado mugió: “¿Ubi? ¿Ubi?” (¡Dónde!, ¡Dónde!), a lo que respondió una pequeña oveja con un balido: “Betlehem, Betlehem” y el asno, deseando calentar al niño con su aliento, rebuzno: “¡Eamus!, ¡Eamus!” (vamos, vamos).

Quien me la contó dijo que la historia era cierta y que en la noche del veinticuatro los animales hablan como las personas para alabar a nuestro niño Dios, ¿será posible?. Yo, en recuerdo a estas bellas criaturas de Dios sigo poniendo el gallo, si hablan o no el día 25 me lo contáis.


jueves, 21 de diciembre de 2017

El Gallo de Navidad



En enero pasado visitando belenes, en una de las iglesias por las que pasé me llamó la atención la presencia de unos gallos, como en el belén de casa donde desde mi infancia en el portal siempre ha habido un gallo, al principio lo ponía mi madre, después los hermanos reñíamos por ponerlo, bueno poner esa figura y las demás los primeros; más tarde fueron mis hijas y ya casi empiezan los nietos a tomar el relevo.

Muchas veces he pensado que este gesto que repetía era similar a las historias de Tony de Mello (la culata del rifle es de madera de nogal porque lo manda el reglamento, es decir podía deberse solo a que un día a alguien le gustó y desde entonces se repite), pero la presencia en el belén citado me movió a la curiosidad.

Puede que mi madre repitiera un gesto tradicional de la familia del que nunca sabré el origen, posiblemente nació de una sencilla iniciativa de mi abuelo o quizás de mi abuela, o quizás sus padres se lo transmitieron a ellos, lo cierto es que la imagen me movió a buscar los precedentes y los encontré; comenzaré con un viejo villancico:

A las doce de la noche,
todos los gallos cantaron,
y en su canto anunciaron,
que el Niño Jesús nació.

Ay sí, ay no,
al Niño lo quiero yo.
Ay sí, ay no,
al Niño lo quiero yo.

Señora doña María,
aquí le traigo unas peras,
aunque no están muy maduras,
cocidas están muy buenas.

Ay sí, ay no,
al Niño lo quiero yo.
Ay sí, ay no,
al Niño lo quiero yo.

A las doce de la noche,
un gallo me despertó,
con su canto tan alegre,
diciendo Cristo nació.

Ay sí, ay no,
al Niño lo quiero yo.
Ay sí, ay no,
al Niño lo quiero yo.

En el portal de Belén,
hacen lumbre los pastores,
para calentar al Niño,
que ha nacido entre las flores.

Junto al villancico descubrí la existencia de una muy antigua leyenda que narra la existencia de un gallo en el Portal de Belén en el momento del nacimiento de Jesús. Se dice, que fue él quien dio el primer testimonio del nacimiento de nuestro Salvador, él que al presenciar el acontecimiento cantó rápidamente para pregonar la buena nueva: primero despertando a la mula y al buey, luego llamando a los pastores y a sus ovejas y más tarde a las gentes que vivían en la región. Se cuenta que este canto motivó se diga que la venida al mundo de Cristo fue anunciada “ad galli cantus”, es decir, “al canto del gallo”.

Por esa razón, dicen, se celebraban tres misas en la Nochebuena, la primera es la del gallo o de la aurora, la segunda es la misa de los pastores, y la tercera es la de la gente.
En la primera, cuentan era habitual que un niño imitara el canto del gallo o bien llevaran directamente un gallo.

Y poco más, la costumbre que mi madre me inculcó tenía un fundamento y yo dejo este testimonio para que mis hijas y nietos no olviden nunca colocar un gallo sobre el portal.

En cualquier caso es curioso, el Evangelio Egipcio de Jesús insiste en la relevancia del gallo, en el Capítulo VII, versículo 1, los magos se ponen en camino tras cantar el gallo; en el capítulo IX, versículo 1, José se pone en camino a Egipto tras cantar el gallo.
El autor insiste en cada uno de esos capítulos en decir "al primer canto del gallo". Un animal común parece regir los destinos de los hombres.

Como también resulta curioso que el anuncio de su venida lo haga un gallo y su pasión la anuncie otro gallo:

"Y le dijo Jesús:  De cierto te digo que tú,  hoy,  en esta noche,  antes que el gallo haya cantado dos veces,  me negarás tres veces." (Marcos 14:30)



Y de momento dejo al gallo, son líneas que escribí en esas fechas y que no inserté en este blog, mañana quiero continuar con nuevos datos sobre el tema y he preferido recuperar éstos primero.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Callejero de Granada

Pasaba la noche hojeando páginas de El Defensor de Granada y encontré este bonito artículo de El Duende con Gafas que me resisto a no compartir.
Comenzaré diciendo que el "Duende con gafas" era Constantino Ruiz Carnero, director del periódico en su etapa final y el artículo lo publica el 8 de marzo de 1929, aun cuando hoy nos pueden sonar extraños algunos de los rótulos de nuestras calles no deja de retratar una realidad que se mantiene y se mantendrá en nuestra ciudad.
Constantino, genial periodista, compartió con mi abuelo pupitres escolares, mesas de redacción y represión por los rebeldes -él murió, mi abuelo fue desterrado-, sirva como recuerdo de ambos.

Granada, sus plazas y sus calles
La voz interior. Un paseo arbitrario. La ironía de los nombres. Paz y dulzura. Lo heroico y lo popular. Un respetable lío 
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Verán ustedes... Ayer por la mañana escuché una voz interior que me decía:
—«Duende», es necesario callejear un poco Estás sumido en el ostracismo y te vas a morir de melancolía. Hace falta que te preocupes de la cosa pública... Ya ves, si ahora hay quien se opone a que la cuesta de las Arremangadas siga siendo la cuesta de las Arremangadas. Por la misma razón, mañana puede pedir cualquier ciudadano que el callejón de Poco Trigo cambie la escasa cosecha de su nombre por otro producto agrícola de mayor rendimiento. Y entonces, ¡adiós lo típico! Es indispensable que salgas a la plaza pública y defiendas los valores representativos del «sabor local».
—Pero, hombre—contesté o mi voz interior—, ¡si es que algunas calles tienen unos nombres tan absurdos! ¿Tú crees que puede influir mucho en eso del localismo el hecho de que un sitio público se llame plaza de los Lobos o plaza de Rull y Godinez? Además, yo soy un escéptico del «sabor local».
—No seas majadero... Todo eso es interesante. Vamos a ver: ¿tú sabes dónde está la calle del General Novaliches?
—No la he oído nombrar nunca.
— ¿Lo ves? Pues está en Granada, en la popularísima calle Almona de San Juan de Dios.
—Me dejas atónito.
— ¿Y la plaza de Rafael Branchant?
—Tampoco.
—Pues es nada menos que la plaza de Santa Ana, con lo gentilísima torre de su iglesia y con su clásico «se despide el duelo».
—Sigo desconcertado.
—Pues hay mucho más. Supón que yo te envío ahora a le calle de Espartero.
—Tendría que preguntarle a un guardia de la porra.
—Y, sin embargo, ahí la tienes: la calle del Príncipe.
— ¿Y las plazas de Cánovas del Castillo y de Rodríguez Bolívar?
—No los conozco.
—Pues muy sencillo: la popular plaza del Carmen y la hermosísima y no menos popular plaza Nueva.
—Chico, parezco un forastero.
—Tienes todas las características de un «cateto» irremediable... Vámonos a dar un paseo y verás cosas muy curiosas. ¡Hombre sin fe! Es necesario que te aficiones al «sabor local». Las calles tienen siempre una característica, una tradición, que son las que han forjado el nombre popular con que se las conoce.
—No me descubras el Mediterráneo...
—Lo que pienso descubrir es tu ignorancia. ¿Andando?
—Lo que tú quieras.
• • •
Un servidor de ustedes, acompañado de su voz interior, se ha puesto a callejear para descubrir sitios pintorescos y tradicionales.
MI voz interior tiene hoy una locuacidad abrumadora.
—Mira—me dice—en esto de las calles suele haber muy graciosas ironías. Ahí tienes la calle de Paco Seco. Pues a la calle de Paco Seco se entra por la calle de Aguado. ¿Qué te parece?
— ¡Absurdo!
—Hay calles nutritivas. Por ejemplo: la calle del Pan y la placeta del Queso. También figura en esta categoría alimenticia el Boquerón, que es de lo más castizo de Granada.
—Sería horrible vivir en la calle del Pan y morirse de hambre...
—No digas estupideces, «Duende». Estás desentrenado en materia de ingenio. ¿Tú sabes dónde viviría a gusto un hombre apacible?
— ¿Dónde?
—En la placeta del Abad. El nombre respira quietud y placidez. También podría vivir muy a gusto en la calle del Silencio. ¿Y un enamorado?
—En un carmen del Albayzín.
— ¡Bach! Para un enamorado no hay cosa mejor que la calle de Corazones; la placeta del Gozo o la del Beso. Ríete de los cármenes.
—Llevas razón
—Además, fíjate; hay calles y piezas con nombres empalagosos; la placeta del Azúcar es una de ellas. Demasiado dulce... Y no te digo nada de la calle María La Miel. La nombro y me entra «dentera». Se llena la boca de dulzura insoportable; María La Miel... Eso no lo aguanta ni un confitero.
—No exageres.
—En cambio, ahí tienes varías calles con nombres rotundos y heroicos: Lepanto, Gran Capitán, Narváez, Dan Juan de Austria,.. Otras se nos muestran floridas y perfumados: la calle del Clavel, la del Jazmín, la de Jardines... Algunas, como la del Ciprés, tienen una gran melancolía. Las hay completamente fúnebres: la cuesta del Muerto, la calle del Ataúd... ¡Cualquiera pasa por ahí! Echemos por otro lado.
— ¿Eres supersticioso?
—Soy previsor. Por esa misma razón no vivirla en la calle de la Tiña. Ni en la de Pegarrecio.
—Hombre, se me ocurre un chiste.
—Me alarmas.
— ¿Tú sabes dónde no puede vivir un zapatero? ¿No aciertas? Pues en la plaza de las Descalzas.
—Lo dicho, «Duende»; estás desentrenado. . Vamos a otra cosa. La infancia tiene una singular representación en la nomenclatura de la ciudad. Hay las siguientes calles: Niño del Royo, Niños Luchando y Niños Dormidos. En esta última, parece que le van a decir a los transeúntes: «¡Callad, que no se despierten!» —Ahora eres tú el que dice tonterías. —Me has contagiado... Ahí tienes una calle que da miedo: la del Trabuco. Y otra realmente intolerable: la calle Sucia. ¿Cómo consiente el Ayuntamiento que haya una calle sucia y que además tenga el descaro de proclamarlo como un timbre de honor? A ver, ¡que la limpien inmediatamente!
—Estamos conformes.
—Me alegro. Una vía exótica: la cuesta de los Chinos. Esta cuesta se llama así antes de que vinieran los «amarillos» para vender collares «balatos». Una calle peligrosa: la del Duende... Los Arcos tienen una lúcida representación: Arco de las Cucharas, Arco de las Orejas, Arco de las Pesas... También los granadinos tienen predilección por Santa Paula, como podrás ver: Cocheras de Santa Paula, Bolsillo de Santa Paula, Tendillas de Santa Paula... Por cierto, hay cola de nombres. Te citaré calle Faltriquera de San Matías.
—Eres un gran erudito.
—Regular. Pero concluyamos porque ya estoy harto de tanto callejeo. ¿Quieres el nombre de dos vías complicadas y difíciles? Pues ahí tienes la cuesta de Marañas y las Siete Revueltas. Y hagamos punto.
Ni una palabra más.
• • •
Mi voz interior ha guardado silencio, dejándome con la palabra en la boca en medio de la calle de Cristino Martos. Un guardia me ha dicho que aquélla es la antigua calle de Buen Suceso, y gracias a estos informes he podido orientarme.
Por la plaza de Melchor Almagro (antes de la Trinidad), he salido a la del Poeta Zorrilla («neé» Mesones), para dirigirme a la calle del Marqués de Portago (antes San Matías).
La verdad es que estoy bastante confuso y temo haberme hecho un lio con los nombres, complicando la cuestión más de la cuenta.
Pero de todos modos, esto, a mi modesto entender, está clarísimo; tan claro, por lo menos, como la calle del Agua. Hay que revisar esto de los nombres, respetando su «sabor» popular.
Si algún error he cometido, que el lector me perdone. Estoy, realmente, un poco desentrenado. Ya me lo decía mi voz interior con su habitual franqueza. Y mi voz interior no me engaña nunca.
EL DUENDE CON GAFAS

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NOTAS:
1. El General Novaliches realmente era el Marqués de Novaliches, el general Pavía, al que se le dedicó la calle Almona de San Juan de Dios como gratificación por disolver el 12 de agosto de 1873 el cantón granadino sin disparar un solo tiro.
2. Rafael Branchat y Vime de Prada fue un médico natural de Alhama que desde sus diversas ocupaciones Catedrático, concejal, diputado, teniente de alcalde, ... se destacó por el cuidado de la salud de los granadinos, sus trabajos sobre la viruela o el saneamiento de aguas redujeron de forma destacada la mortalidad por esas causas.
3. La calle Niños dormidos estaba entre el callejón de los Franceses y la Plaza de Capuchinas.
4. La calle Sucia estaba próxima al Campo del Príncipe, entre Cuartelillo y Conde. En otro tiempo fue conocida como calle Sucia la calle Trinidad,

jueves, 25 de mayo de 2017

Otras placas de la Catedral

Claro que si el día 9 de mayo, cuando hablaba de la placa dedicada a José Antonio señalaba fue una imposición de Franco y sus acólitos no debo de olvidar mencionar algunas de las otras placas que contiene la Catedral de Granada.



Me refiero concretamente a las dos placas que al pie del altar mayor recuerdan a “NUESTROS SACERDOTES INMOLADOS POR EL MARXISMO”.




Tengo que confesar que hay un silencio sobre las mismas que espero alguien sepa resolver.

El día 19 de diciembre de 1939 el arzobispado comunica en la prensa granadina (Ideal y Patria) una nota señalando que el viernes 22, en cumplimiento del acuerdo tomado por los obispos españoles, se celebrarán solemnes funerales “por los 34 sacerdotes del Arzobispado que dieron su vida por la Fe y por la Patria durante la cruzada de la España nacional contra el marxismo ateo”, asimismo se anunciaba se descubrirían las placas que reproduzco.



En los días siguientes no salió nota alguna en la prensa, ni el día 22, ni el 23, ni …, imagino que en ese eterno conflicto entre los jerarcas franquistas y la iglesia católica española, conflicto motivado en gran parte por el reparto de cuotas de poder, los primeros dispusieron no se hablara del tema y así fue, ya que no creo el arzobispado renunciara a celebrar las ceremonias anunciadas.

Y aquí podía acabar mi historia, pero no, te voy a pedir me dediques unos minutos más.

Considero respetable que la jerarquía católica celebre y hasta canonice, dentro de sus usos, a los 34 sacerdotes, he tenido ocasión de leer la interesante obra sobre los mismos escrita por D. Santiago Hoces (Hoces Pérez, Santiago. Los Mártires granadinos de 1936. Granada, 2006) y estoy convencido de que en su mayoría fueron Mártires de la Fe, pero hoy quiero recordar a otros Mártires de la Fe, también asesinados en Granada, y a los que ha nadie ha dedicado placa alguna, me refiero a los Pastores evangélicos asesinados en Granada.

En uno de los documentos del Archivo del cardenal Gomá, nada sospechoso de simpatías con la República, se recoge:

“En Granada donde ‘se decía’ habían sido asesinados dos Pastores protestantes, residían numerosos Ministros de esa religión, …Salvador Íñiguez Martelo, activo propagandista de la Revolución roja, fue detenido y puesto a disposición de la Autoridad Militar, la que al juzgarle, encontró probados los gravísimos cargos que contra él se hacían y le condenó a la pena de muerte, ejecutada el 4 de Septiembre último. En Granada había además un Obispo protestante, llamado José García Fernández, que acusado como propagandista rojo, fue interrogado y puesto en libertad, por o resultar comprobados los cargos que contra él se hacían.”
(Archivo Gomá. Documentos de la Guerra Civil. Vol. 1 (Julio-Diciembre 1936. CSIC. Madrid, 2010).

El informe erraba en algunos extremos, Samuel Palomeque y David Chorín no eligieron voluntariamente irse a Tanger o Gibraltar, fueron expulsados; otros permanecieron ocultos; Salvador Iñiguez fue fusilado como señala el 4 de septiembre junto a 39 personas más por ejecución de sentencias dictadas dictadas en juicios sumarísimos; respecto a José García Fernández, quien vivía en la Cuesta de los Infantes, no “fue puesto en libertad”, la Guardia Civil reconocía en 1941 que “le fueron aplicados los Bandos de Guerra en los primeros meses del Alzamiento Nacional”, el informe de la Comisaría de Investigación y Vigilancia fue más explícito “el referido individuo fue pasado por las armas en los primeros días del Glorioso Movimiento”, el 21 de agosto de 1936 frente a las tapias del cementerio era asesinado, su único pecado vivir apasionadamente su fe en Jesús.

Y acabo, copio las palabras que sobre él decía un gestor del Ayuntamiento el 8 de Enero de 1937:

“El que suscribe informa, respecto al interesado, señalado por ser extremista indefinido, como sujeto de pésimos antecedentes, sacerdote renegado, indigno y activo propagandista de disolventes ideas, afecto al frente popular.”

… extremista indefinido … pésimos antecedentes, ... renegado … indigno … activo propagandista de disolventes ideas …, cristiano diría yo.


Copiaré las palabras que en otra ocasión pronunció y que tomo de Gabino Fernández Campos, Pastor y excelente investigador sobre el movimiento evangélico en España:

“Concluiré mi testimonio diciendo que aunque estuve casado, llevo cerca de dos años de viudedad y que, entonces, y aun ahora, he sufrido y sufro persecuciones y difamaciones; he sido sumariado y me han tenido criminalmente separado de mi madre amantísima; que tuve y tengo que contestar con frecuencia cartas de sacerdotes de toda clase y jerarquía, que sin cesar me invitaban a volver al redil que dejé cuando me convencí que tan sólo “El Señor es mi pastor, y que nada me faltará”.
http://protestantedigital.com/blogs/35182/granada_el_ex_sacerdote_jose_garcia_fernandez

Y acabo, no es mi intención que se retiren las placas del altar mayor, es voluntad de los dueños del edificio y hay que respetarla, solo pediría que algún día alguien recuerde a estos dos Mártires de la Fe, Salvador Íñiguez Martelo y José García Fernández, quienes como los 34 católicos fueron Mártires de la Fe y “murieron perdonando”. Quizás una pequeña placa en Tendillas de Santa Paula, sede la Iglesia Evangélica en aquellos años.

martes, 9 de mayo de 2017

Caídos por España




Ayer me sorprendí al pasar por la plaza de Alonso Cano al comprobar que unos operarios eliminaban la leyenda que en la pared del Sagrario nos recuerda al héroe ignorado del llamado Glorioso Movimiento Nacional, ignorado porque ni los suyos le hicieron caso, amén de lo extraño que resulta llamar “Glorioso” a un golpe de estado que ocasionó, bien directa o indirectamente a través de la cruel represión sobre los vencidos, más de quinientos mil muertos, el exilio de más de cuatrocientas cincuenta mil personas y la parálisis cultural y democrática de España durante decenios.

Ya era hora, así que felicito a las autoridades eclesiásticas por la decisión tomada.


Esa inscripción me ha llamado la atención en numerosas ocasiones, porque y es un hecho desconocido para muchos ni esa ni las numerosas inscripciones que se levantaron en los muros de templos españoles fue responsabilidad de los curas, aunque muchos matacuras hayan querido mantener lo contrario.

Fue Franco quien el día 16 de noviembre de 1938 dispuso que para perenne recuerdo y ejemplo para los españoles que:
“… en los muros de cada Parroquia figurará una inscripción que contenga los nombres de sus Caídos, ya en la presente Cruzada, ya víctimas de la revolución marxista” (Decreto publicado el 17 de noviembre).


Aunque el Decreto fijaba que estas inscripciones se harían previo acuerdo con las autoridades eclesiásticas, tanto el Arzobispo de Sevilla, el cardenal Segura, como en Granada, no hubo tal entendimiento, siendo el caso más conflictivo el de Sevilla debido a los eternos conflictos entre el cardenal y Franco.

Lo cierto es que en Granada, desde la publicación del citado Decreto los falangistas iniciaron los trabajos para la colocación de la inscripción que nos ocupa disponiendo el día 19 de noviembre que:
“1.º Todos los balcones y ventanas de la ciudad permanecerán engalanados con colgaduras que ostenten los signos de luto, durante los días 20 y 21.
2.º El día 20 por la tarde … todas las campanas de la ciudad se echarán al vuelo en tonos solemnes y fúnebres durante quince minutos y la artillería hará las salvas correspondientes a un Capitán General del Ejército.
3.º A las once de la mañana del lunes, día 21, se celebrarán misas en todas las parroquias de Granada  por el alma de JOSE ANTONIO y en la Santa Iglesia Catedral tendrá lugar un funeral solemne con asistencia de las autoridades.
Terminado el funeral se procederá al descubrimiento del nombre de JOSE ANTONIO inscrito en los muros de la Parroquia del Sagrario. En este momento doblarán de nuevo las campanas y la artillería hará las mismas salvas del día anterior.
…”
Las disposiciones del Alcalde de Granada, en el mismo sentido, añaden una nota muy popular en Granada hasta los años 70:
“SEGUNDA.- Tanto estos edificios (se refiere a los Municipales) como las casas particulares tendrán cerrada media puerta en señal de duelo”.


Las crónicas periodísticas de la época no recogen la asistencia de nadie del clero a título oficial.




Y acabo, ¡qué lejos quedaban aquellos tiempos en los que llevar luto por un muerto te marcaba! Queipo lo señalaba en agosto de 1936:


“No se debe llevar luto en memoria de los que mueran por la Patria”,



O se impedía acudir a los cementerios a recordar a los asesinados por las escuadras negras o fusilados por causa militar como entonces se decía.

Y es que en esa España había muertos de dos categorías.

Y acabo, hoy el arzobispado ha eliminado una inscripción que pusieron otros, los falangistas, siguiendo órdenes de un general rebelde.

Los fragmentos de periódicos, salvo en el de Patria, corresponden al diario IDEAL cronista de la vida de Granada desde el ya lejano 1932, sin él sería imposible escribir nuestra historia.

lunes, 13 de febrero de 2017

11 de febrero de 1919- A la memoria de Ramón Ruiz de Peralta

En estos días recordamos la manifestación contra el caciquismo que hubo en Granada el 11 de febrero de 1919, ocasión en la que murieron tres granadinos. La cruel represión de la manifestación ocasionó que en otros lugares de España se manifestaran en solidaridad con los granadinos y contra las actuaciones de las fuerzas del "orden".
Tomo una imagen de la manifestación en Madrid de los estudiantes de la Facultad de Ciencias de esa Universidad con la señorita Faustina Rodríguez nombrada por los estudiantes Presidente de la manifestación de Madrid (MUNDO GRÁFICO, Madrid, 19 de febrero de 191, página 13), y trataré de recordar algunas historias de la Historia centrándome en particular en el estudiante Ramón Ruiz de Peralta, víctima accidental en estas jornadas.



Pero como quiera que para algunos republicanos y comunistas fue un símbolo en nuestra juventud, al que rendíamos homenaje durante la dictadura franquista los 11 de febrero y 14 de abril, acudiendo a reunirnos ante la placa que lo recordaba en la calle Niños Luchando, dejaré correr algunos años, me sitúo en … , realmente no lo sé, lo buscaré, no tengo la fecha. En la primera de esas fechas -el 11 de febrero- se celebraba hasta 1933 el día de la República, en toda España, en Granada también, pocos, muy pocos, celebraban esa fiesta. Los de Granada, en particular, se hacían llamar los viejos republicanos y era frecuente subieran ese día al cementerio a honrar a los camaradas ya fallecidos: Ramón Maurell, …
Con ocasión de estos fastos Constantino Ruiz Carnero escribió una de sus Siluetas de Constancia que tituló UNO, copiaré algunos fragmentos:
Un brillante manifiesto lanzado a la voracidad pública, dispone que allí donde haya tres o más republicanos se reunirán y acordarán lo procedente para organizar la conmemoración de una fecha histórica: el 11 de Febrero, que es sin duda una fecha memorable y nostálgica …
Con una conmemoración a la vista, estamos tan contentos como un niño que vislumbra un juguete al alcance de su mano. …
Pero es el caso que el manifiesto se refiere a las poblaciones donde haya tres o más republicanos. Y surge un problema: ¿Y dónde haya dos? ¿Y dónde no exista más que uno? ¡Dramática situación la de este republicano solitario que no tendrá con quien reunirse para tomar acuerdos! Se planteará en su triste soledad el inquietante problema: ser o no ser … Y se echará a la calle a la búsqueda de un producto político similar. Decimos esto porque no estamos seguros de que en Granada haya tres o más republicanos auténticos. Tal vez haya dos. Tal vez, y aquí el trágico problema, no haya más que uno. Estamos seguros. Y este buen ciudadano , este consecuente idealista, tendrá que reunirse una noche consigo mismo … y adoptará los acuerdos pro mayoría de votos, porque es muy posible que no haya unanimidad en las decisiones de esta asamblea unipersonal y deliberante.
Viene tan largo párrafo no con el propósito de criticar a Constantino, yo pobre pendolista, sino para rendir homenaje a quien desde posiciones antirrepublicanas (sobra leer esta silueta) pasó a militar en Izquierda Republicana y dio su vida por ese ideal asesinado vilmente por los golpistas. De denigrar a los republicanos pasó a dirigirlos, a motivarlos, y a ser ejemplo de coherencia política.
Reajusto la máquina del tiempo, me voy a cuarenta años después… 1969, 1970, …, los pobres republicanos, sí, esos que en asambleas unipersonales no alcanzábamos unanimidad, acudíamos en esas fechas, sin orden, sin cita previa, a la pobre placa que recordaba a Ramón Ruiz de Peralta, lo que no debía de gustar mucho a las monjas que residen en el edificio en el que se colocó la placa.



Un gran amigo, más bien diría maestro, al que también estoy obligado a citar, llamaba a la placa que recordaba a Ramón, cuando paseábamos por Niños Luchando, la placa menguante y con otras palabras lo recogió en la obra que recogía sus artículos. Me refiero a D. José Acosta Medina (no me atrevo a bajarle el tratamiento) en su obra “La Granada de ayer” que me dedicaba el 28 de febrero de 1974 tras uno de nuestros paseos, el maestro él, yo torpe alumno.
Pues bien en ella (páginas 107 a 110) detalla los acontecimientos, su enjuiciamiento por contar la verdad y la placa menguante, esa placa que puesta en esa calle, en los años siguientes al luctuoso suceso que nos ocupa con lo propio de estas placas: “Al ilustre …, ejemplo de …, dolor … el Excmo. Ayuntamiento…”, iba reduciendo en cada ocasión en que las monjas adecentaban la fachada su tamaño, ¿quizás atacada por la cal de los blanqueos? ¿la lluvia? ¿el antirrepublicanismo? … hasta quedar en “A LA MEMORIA DE RAMÓN RUIZ DE PERALTA”, como podíamos leer hasta hace algunos años.
Después la cal de los blanqueos, la lluvia o … el antirrepublicanismo redujeron la placa a la sombra que esta tarde he podido fotografiar.



Y es que la Placa era y es “menguante”.
Quizás 2019 sea buena ocasión para volver a recordar en ese lugar con una placa al estudiante Ramón Ruiz de Peralta. Espero verlo.
La fotografía de la placa es de Alfredo Aguilar y fue publicada en IDEAL el 14 de mayo de 1989, fecha en la que aún no había encogido tanto como para desaparecer.





Ya de paso recordaré a otra de las víctimas del 11 de febrero de 1919, Ramón Gómez Vázquez, el Ayuntamiento acordó darle a todos una tumba a perpetuidad a su cargo. Tuvo que llegar José Torres Hurtado a la alcaldía de la ciudad para que el escaso respeto que hay en Granada hacia nuestros personajes se convirtiera en miserable olvido. En abril del 2009 se conservaba su tumba, al privatizar el patio primero la quitó el Ayuntamiento por falta de pago (¿el Ayuntamiento no se paga sus deudas?)


Y ya corto que os merecéis descansar un poco.

Perdonad a este loco pendolista por haceros perder el tiempo.

POSDATA

Un año después, febrero de 2018, he tenido ocasión de visitar el Cementerio de Granada comprobando, con agrado, se ha conservado la tumba. A escasos metros de ella se ha instalado un Jardín de las Cenizas.