miércoles, 6 de diciembre de 2017

Callejero de Granada

Pasaba la noche hojeando páginas de El Defensor de Granada y encontré este bonito artículo de El Duende con Gafas que me resisto a no compartir.
Comenzaré diciendo que el "Duende con gafas" era Constantino Ruiz Carnero, director del periódico en su etapa final y el artículo lo publica el 8 de marzo de 1929, aun cuando hoy nos pueden sonar extraños algunos de los rótulos de nuestras calles no deja de retratar una realidad que se mantiene y se mantendrá en nuestra ciudad.
Constantino, genial periodista, compartió con mi abuelo pupitres escolares, mesas de redacción y represión por los rebeldes -él murió, mi abuelo fue desterrado-, sirva como recuerdo de ambos.

Granada, sus plazas y sus calles
La voz interior. Un paseo arbitrario. La ironía de los nombres. Paz y dulzura. Lo heroico y lo popular. Un respetable lío 
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Verán ustedes... Ayer por la mañana escuché una voz interior que me decía:
—«Duende», es necesario callejear un poco Estás sumido en el ostracismo y te vas a morir de melancolía. Hace falta que te preocupes de la cosa pública... Ya ves, si ahora hay quien se opone a que la cuesta de las Arremangadas siga siendo la cuesta de las Arremangadas. Por la misma razón, mañana puede pedir cualquier ciudadano que el callejón de Poco Trigo cambie la escasa cosecha de su nombre por otro producto agrícola de mayor rendimiento. Y entonces, ¡adiós lo típico! Es indispensable que salgas a la plaza pública y defiendas los valores representativos del «sabor local».
—Pero, hombre—contesté o mi voz interior—, ¡si es que algunas calles tienen unos nombres tan absurdos! ¿Tú crees que puede influir mucho en eso del localismo el hecho de que un sitio público se llame plaza de los Lobos o plaza de Rull y Godinez? Además, yo soy un escéptico del «sabor local».
—No seas majadero... Todo eso es interesante. Vamos a ver: ¿tú sabes dónde está la calle del General Novaliches?
—No la he oído nombrar nunca.
— ¿Lo ves? Pues está en Granada, en la popularísima calle Almona de San Juan de Dios.
—Me dejas atónito.
— ¿Y la plaza de Rafael Branchant?
—Tampoco.
—Pues es nada menos que la plaza de Santa Ana, con lo gentilísima torre de su iglesia y con su clásico «se despide el duelo».
—Sigo desconcertado.
—Pues hay mucho más. Supón que yo te envío ahora a le calle de Espartero.
—Tendría que preguntarle a un guardia de la porra.
—Y, sin embargo, ahí la tienes: la calle del Príncipe.
— ¿Y las plazas de Cánovas del Castillo y de Rodríguez Bolívar?
—No los conozco.
—Pues muy sencillo: la popular plaza del Carmen y la hermosísima y no menos popular plaza Nueva.
—Chico, parezco un forastero.
—Tienes todas las características de un «cateto» irremediable... Vámonos a dar un paseo y verás cosas muy curiosas. ¡Hombre sin fe! Es necesario que te aficiones al «sabor local». Las calles tienen siempre una característica, una tradición, que son las que han forjado el nombre popular con que se las conoce.
—No me descubras el Mediterráneo...
—Lo que pienso descubrir es tu ignorancia. ¿Andando?
—Lo que tú quieras.
• • •
Un servidor de ustedes, acompañado de su voz interior, se ha puesto a callejear para descubrir sitios pintorescos y tradicionales.
MI voz interior tiene hoy una locuacidad abrumadora.
—Mira—me dice—en esto de las calles suele haber muy graciosas ironías. Ahí tienes la calle de Paco Seco. Pues a la calle de Paco Seco se entra por la calle de Aguado. ¿Qué te parece?
— ¡Absurdo!
—Hay calles nutritivas. Por ejemplo: la calle del Pan y la placeta del Queso. También figura en esta categoría alimenticia el Boquerón, que es de lo más castizo de Granada.
—Sería horrible vivir en la calle del Pan y morirse de hambre...
—No digas estupideces, «Duende». Estás desentrenado en materia de ingenio. ¿Tú sabes dónde viviría a gusto un hombre apacible?
— ¿Dónde?
—En la placeta del Abad. El nombre respira quietud y placidez. También podría vivir muy a gusto en la calle del Silencio. ¿Y un enamorado?
—En un carmen del Albayzín.
— ¡Bach! Para un enamorado no hay cosa mejor que la calle de Corazones; la placeta del Gozo o la del Beso. Ríete de los cármenes.
—Llevas razón
—Además, fíjate; hay calles y piezas con nombres empalagosos; la placeta del Azúcar es una de ellas. Demasiado dulce... Y no te digo nada de la calle María La Miel. La nombro y me entra «dentera». Se llena la boca de dulzura insoportable; María La Miel... Eso no lo aguanta ni un confitero.
—No exageres.
—En cambio, ahí tienes varías calles con nombres rotundos y heroicos: Lepanto, Gran Capitán, Narváez, Dan Juan de Austria,.. Otras se nos muestran floridas y perfumados: la calle del Clavel, la del Jazmín, la de Jardines... Algunas, como la del Ciprés, tienen una gran melancolía. Las hay completamente fúnebres: la cuesta del Muerto, la calle del Ataúd... ¡Cualquiera pasa por ahí! Echemos por otro lado.
— ¿Eres supersticioso?
—Soy previsor. Por esa misma razón no vivirla en la calle de la Tiña. Ni en la de Pegarrecio.
—Hombre, se me ocurre un chiste.
—Me alarmas.
— ¿Tú sabes dónde no puede vivir un zapatero? ¿No aciertas? Pues en la plaza de las Descalzas.
—Lo dicho, «Duende»; estás desentrenado. . Vamos a otra cosa. La infancia tiene una singular representación en la nomenclatura de la ciudad. Hay las siguientes calles: Niño del Royo, Niños Luchando y Niños Dormidos. En esta última, parece que le van a decir a los transeúntes: «¡Callad, que no se despierten!» —Ahora eres tú el que dice tonterías. —Me has contagiado... Ahí tienes una calle que da miedo: la del Trabuco. Y otra realmente intolerable: la calle Sucia. ¿Cómo consiente el Ayuntamiento que haya una calle sucia y que además tenga el descaro de proclamarlo como un timbre de honor? A ver, ¡que la limpien inmediatamente!
—Estamos conformes.
—Me alegro. Una vía exótica: la cuesta de los Chinos. Esta cuesta se llama así antes de que vinieran los «amarillos» para vender collares «balatos». Una calle peligrosa: la del Duende... Los Arcos tienen una lúcida representación: Arco de las Cucharas, Arco de las Orejas, Arco de las Pesas... También los granadinos tienen predilección por Santa Paula, como podrás ver: Cocheras de Santa Paula, Bolsillo de Santa Paula, Tendillas de Santa Paula... Por cierto, hay cola de nombres. Te citaré calle Faltriquera de San Matías.
—Eres un gran erudito.
—Regular. Pero concluyamos porque ya estoy harto de tanto callejeo. ¿Quieres el nombre de dos vías complicadas y difíciles? Pues ahí tienes la cuesta de Marañas y las Siete Revueltas. Y hagamos punto.
Ni una palabra más.
• • •
Mi voz interior ha guardado silencio, dejándome con la palabra en la boca en medio de la calle de Cristino Martos. Un guardia me ha dicho que aquélla es la antigua calle de Buen Suceso, y gracias a estos informes he podido orientarme.
Por la plaza de Melchor Almagro (antes de la Trinidad), he salido a la del Poeta Zorrilla («neé» Mesones), para dirigirme a la calle del Marqués de Portago (antes San Matías).
La verdad es que estoy bastante confuso y temo haberme hecho un lio con los nombres, complicando la cuestión más de la cuenta.
Pero de todos modos, esto, a mi modesto entender, está clarísimo; tan claro, por lo menos, como la calle del Agua. Hay que revisar esto de los nombres, respetando su «sabor» popular.
Si algún error he cometido, que el lector me perdone. Estoy, realmente, un poco desentrenado. Ya me lo decía mi voz interior con su habitual franqueza. Y mi voz interior no me engaña nunca.
EL DUENDE CON GAFAS

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NOTAS:
1. El General Novaliches realmente era el Marqués de Novaliches, el general Pavía, al que se le dedicó la calle Almona de San Juan de Dios como gratificación por disolver el 12 de agosto de 1873 el cantón granadino sin disparar un solo tiro.
2. Rafael Branchat y Vime de Prada fue un médico natural de Alhama que desde sus diversas ocupaciones Catedrático, concejal, diputado, teniente de alcalde, ... se destacó por el cuidado de la salud de los granadinos, sus trabajos sobre la viruela o el saneamiento de aguas redujeron de forma destacada la mortalidad por esas causas.
3. La calle Niños dormidos estaba entre el callejón de los Franceses y la Plaza de Capuchinas.
4. La calle Sucia estaba próxima al Campo del Príncipe, entre Cuartelillo y Conde. En otro tiempo fue conocida como calle Sucia la calle Trinidad,

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