lunes, 13 de febrero de 2017

11 de febrero de 1919- A la memoria de Ramón Ruiz de Peralta

En estos días recordamos la manifestación contra el caciquismo que hubo en Granada el 11 de febrero de 1919, ocasión en la que murieron tres granadinos. La cruel represión de la manifestación ocasionó que en otros lugares de España se manifestaran en solidaridad con los granadinos y contra las actuaciones de las fuerzas del "orden".
Tomo una imagen de la manifestación en Madrid de los estudiantes de la Facultad de Ciencias de esa Universidad con la señorita Faustina Rodríguez nombrada por los estudiantes Presidente de la manifestación de Madrid (MUNDO GRÁFICO, Madrid, 19 de febrero de 191, página 13), y trataré de recordar algunas historias de la Historia centrándome en particular en el estudiante Ramón Ruiz de Peralta, víctima accidental en estas jornadas.



Pero como quiera que para algunos republicanos y comunistas fue un símbolo en nuestra juventud, al que rendíamos homenaje durante la dictadura franquista los 11 de febrero y 14 de abril, acudiendo a reunirnos ante la placa que lo recordaba en la calle Niños Luchando, dejaré correr algunos años, me sitúo en … , realmente no lo sé, lo buscaré, no tengo la fecha. En la primera de esas fechas -el 11 de febrero- se celebraba hasta 1933 el día de la República, en toda España, en Granada también, pocos, muy pocos, celebraban esa fiesta. Los de Granada, en particular, se hacían llamar los viejos republicanos y era frecuente subieran ese día al cementerio a honrar a los camaradas ya fallecidos: Ramón Maurell, …
Con ocasión de estos fastos Constantino Ruiz Carnero escribió una de sus Siluetas de Constancia que tituló UNO, copiaré algunos fragmentos:
Un brillante manifiesto lanzado a la voracidad pública, dispone que allí donde haya tres o más republicanos se reunirán y acordarán lo procedente para organizar la conmemoración de una fecha histórica: el 11 de Febrero, que es sin duda una fecha memorable y nostálgica …
Con una conmemoración a la vista, estamos tan contentos como un niño que vislumbra un juguete al alcance de su mano. …
Pero es el caso que el manifiesto se refiere a las poblaciones donde haya tres o más republicanos. Y surge un problema: ¿Y dónde haya dos? ¿Y dónde no exista más que uno? ¡Dramática situación la de este republicano solitario que no tendrá con quien reunirse para tomar acuerdos! Se planteará en su triste soledad el inquietante problema: ser o no ser … Y se echará a la calle a la búsqueda de un producto político similar. Decimos esto porque no estamos seguros de que en Granada haya tres o más republicanos auténticos. Tal vez haya dos. Tal vez, y aquí el trágico problema, no haya más que uno. Estamos seguros. Y este buen ciudadano , este consecuente idealista, tendrá que reunirse una noche consigo mismo … y adoptará los acuerdos pro mayoría de votos, porque es muy posible que no haya unanimidad en las decisiones de esta asamblea unipersonal y deliberante.
Viene tan largo párrafo no con el propósito de criticar a Constantino, yo pobre pendolista, sino para rendir homenaje a quien desde posiciones antirrepublicanas (sobra leer esta silueta) pasó a militar en Izquierda Republicana y dio su vida por ese ideal asesinado vilmente por los golpistas. De denigrar a los republicanos pasó a dirigirlos, a motivarlos, y a ser ejemplo de coherencia política.
Reajusto la máquina del tiempo, me voy a cuarenta años después… 1969, 1970, …, los pobres republicanos, sí, esos que en asambleas unipersonales no alcanzábamos unanimidad, acudíamos en esas fechas, sin orden, sin cita previa, a la pobre placa que recordaba a Ramón Ruiz de Peralta, lo que no debía de gustar mucho a las monjas que residen en el edificio en el que se colocó la placa.



Un gran amigo, más bien diría maestro, al que también estoy obligado a citar, llamaba a la placa que recordaba a Ramón, cuando paseábamos por Niños Luchando, la placa menguante y con otras palabras lo recogió en la obra que recogía sus artículos. Me refiero a D. José Acosta Medina (no me atrevo a bajarle el tratamiento) en su obra “La Granada de ayer” que me dedicaba el 28 de febrero de 1974 tras uno de nuestros paseos, el maestro él, yo torpe alumno.
Pues bien en ella (páginas 107 a 110) detalla los acontecimientos, su enjuiciamiento por contar la verdad y la placa menguante, esa placa que puesta en esa calle, en los años siguientes al luctuoso suceso que nos ocupa con lo propio de estas placas: “Al ilustre …, ejemplo de …, dolor … el Excmo. Ayuntamiento…”, iba reduciendo en cada ocasión en que las monjas adecentaban la fachada su tamaño, ¿quizás atacada por la cal de los blanqueos? ¿la lluvia? ¿el antirrepublicanismo? … hasta quedar en “A LA MEMORIA DE RAMÓN RUIZ DE PERALTA”, como podíamos leer hasta hace algunos años.
Después la cal de los blanqueos, la lluvia o … el antirrepublicanismo redujeron la placa a la sombra que esta tarde he podido fotografiar.



Y es que la Placa era y es “menguante”.
Quizás 2019 sea buena ocasión para volver a recordar en ese lugar con una placa al estudiante Ramón Ruiz de Peralta. Espero verlo.
La fotografía de la placa es de Alfredo Aguilar y fue publicada en IDEAL el 14 de mayo de 1989, fecha en la que aún no había encogido tanto como para desaparecer.





Ya de paso recordaré a otra de las víctimas del 11 de febrero de 1919, Ramón Gómez Vázquez, el Ayuntamiento acordó darle a todos una tumba a perpetuidad a su cargo. Tuvo que llegar José Torres Hurtado a la alcaldía de la ciudad para que el escaso respeto que hay en Granada hacia nuestros personajes se convirtiera en miserable olvido. En abril del 2009 se conservaba su tumba, al privatizar el patio primero la quitó el Ayuntamiento por falta de pago (¿el Ayuntamiento no se paga sus deudas?)


Y ya corto que os merecéis descansar un poco.

Perdonad a este loco pendolista por haceros perder el tiempo.

POSDATA

Un año después, febrero de 2018, he tenido ocasión de visitar el Cementerio de Granada comprobando, con agrado, se ha conservado la tumba. A escasos metros de ella se ha instalado un Jardín de las Cenizas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario