miércoles, 11 de mayo de 2016

EL DÍA EN EL QUE EN GRANADA VARÓ UNA BALLENA


Pues sí, no te sorprendas querido/a lector/a, en Granada varó una ballena y allí estaba yo con mis pantaloncicos cortos y abrigo de cuadros marrones para verlo.
Fue en febrero de 1955 y lo recuerdo por el capón que recibí, pero me remontaré al principio.
Costa de Casablanca, 12 de abril de 1954, un barco captura una ballena de 60 toneladas de peso y 20 metros de largo, la prensa de la época describe el acontecimiento y compara su peso con 15 elefantes o 100 toros de lidia, se dice que si se extendiera la piel de la ballena capturada se podría cubrir el espacio de 700 metros cuadrados.
Pronto un avispado promotor de espectáculos se “olió” el negocio y logró embalsamarla, la prensa describía que había sido necesario inyectarle 7.000 litros de un liquido especial embalsamador con una aguja de dos metros y medio de longitud, a pesar de ello no se pudo impedir el fuerte olor que desprendía, mezcla de marisco y el desinfectante.
Tras su descarga en Algeciras con la ayuda de una grúa llevada desde Gibraltar, grúa que volcó debido al peso del cetáceo, comenzó su gira por toda España; gira que necesariamente era abreviada, pensemos que en Madrid se expuso en la Plaza de la Moncloa, adonde fue llevada con un tráiler de 19 ruedas, se expuso en el mes de junio, los calores, los olores del cetáceo en descomposición y los productos químicos aconsejaron trasladarla a otras ciudades donde haría breves visitas.
Y en este deambular por varias ciudades de nuestra patria, entonces aún se llamaba así, la vecina Francia e Italia, llegó a Granada.
26 de febrero de 1955, se instala en la Plaza de Bibataubín, lo mismo existe alguna foto no la he encontrado, la que os presento es una de las que el promotor vendía.





Durante pocos días pudimos disfrutar de su presencia y allí estuvimos mis hermanos y yo, no se que comentario haría sobre el desagradable olor, la ballena o los funerales del último Borbón que se llevaban a cabo en esos días en la Virgen de las Angustias y la Capilla Real, lo cierto es que un capón en el cogote me enseñó a no afirmar nunca que las ballenas huelen mal, o lo mismo lo que quisieron enseñarme era que no debía decir que los reyes huelen mal, no lo sé, no me acuerdo yo era solo un mocoso al que su madre le había enseñado a cantar el Himno de Riego prohibido muchos años antes de que yo naciera.
De paso he aprovechado para traeros un anuncio de la época de un establecimiento del que guardo muy bonitos recuerdos.




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