miércoles, 22 de enero de 2014

Noticia y relación del suceso ocurrido en el Convento de Religiosas de las Madres Capuchinas de Granada en 1792

Como quiera que en estos días se cumple el aniversario de un hecho notable ocurrido en el Convento de Capuchinas de Granada bueno es que os cuente que pasó.

En el año del Señor de 1755 nació en Zujar, pueblo de la abadía de Baza, obispado de Guadix, una bella niña a la que pusieron por nombre Fernanda. Sus padres, modestos labradores, se esforzaron en la educación de su hija, a la que con su ejemplo enseñaron las más piadosas prácticas cristianas.

El 10 de marzo de 1774, con 18 años de edad, Fernanda tomó el hábito en el Convento de Capuchinas de Granada, profesando al año siguiente.

El citado Convento, fundado en 1587, disponía desde su traslado al pie de la torre de la Catedral en 1629 de unas casas nuevas y de buena fábrica, un bello patio con columnas de mármol de Macael, extenso jardín y dos entradas, una principal presidida por una imagen de la Presentación de Nuestra Señora y una trasera que daba a una calle sin salida que se cerró “para impedir muchas ofensas de Dios, que en ella se hacían”. La situación del convento así como la obra nos permiten suponer era de los mejores de Granada.

Si los primeros años de estancia en el convento transcurrieron para la Madre Fernanda con absoluta normalidad, dedicada a las labores propias de una religiosa en esas fechas, oración, costura, jardinería, cocina, canto, … transcurridos cerca de diecinueve años de su ingreso comenzó a sentir lo que los físicos llamarían después “movimientos de hombre”. Alarmada por ello con frecuencia huía del dormitorio de la comunidad pidiendo a Dios misericordia, que se desvanecieran los impulsos de la carne, que no la dejase caer en pecado, …. desde ese día se procuraba disciplinas, ayunos, oraciones y algunas sangrías, al objeto de apagar esa transformación que en su cuerpo sufría.

Tenida por histérica durante algunos años, su último confesor informó al Arzobispo, D. Juan Manuel Moscoso, de la situación, consintiendo éste entrase una comadre al convento para el examen de la madre, tras el informe de ésta Fernanda fue conducida a una casa de la calle Jardines, vestida de mujer seglar, el 21 de enero de 1792, en esta casa fue reconocida por dos médicos, dos cirujanos y una partera, que unánimes atestaron su condición de hombre; allí mismo fue entrevistada por uno de los mejores teólogos de la plaza quien alabó su virtud y santidad. Tras estos informes el arzobispo mantuvo una entrevista con la madre Fernanda en la que le dijo que “se maravillaba que en un jardín como el de su comunidad, donde había tantas flores, no se hubiera marchitado alguna”, a lo que ella (ya él) respondió con gracia y sencillez que era “gracias a lo recatado del jardinero”.

El arzobispo la declaró libre de los votos de su religión.

La noche del 10 de febrero, tras oír misa en la capilla, la vistieron de hombre, casaca y chupa de bayetón, calzón negro y medias, buen zapato, capa de bayetón, sombrero de picos, pañuelo negro para el cuello, … y la condujeron a una casa próxima al convento.

El 11 de febrero de 1792, con 36 años, tras cerca de 20 años como ejemplar madre capuchina, Fernando Fernández, nacido Fernanda, partió para su tierra. Nada más se supo de él.

Algunos años después el médico español, nacido en Cuba, Tomás Romay procedió al reconocimiento del marinero Antonio Martínez, natural de Chiclana, de 19 años de edad, quien fue bautizado como mujer, y estudió los diversos casos similares de los que habían recogido testimonios: Paris (1751), Paris (1765), Granada (1792), …, publicando las conclusiones en el Diario del Gobierno de La Habana de 8 de mayo de 1813, a él debemos en gran parte la difusión del caso de nuestra paisana Fernanda.

Del Convento de Capuchinas ya no queda nada, salvo esa fea plaza en el pie de la torre. Expulsadas las monjas en 1836 en el espacio que ocupaba su iglesia, claustro y jardines se creó la plaza de la Libertad dedicada al comercio de verduras y aves, no fue hasta 1984 en el que se recuperó como plaza con el nombre de la Romanilla, nombre derivado de la oficina que con ese nombre instaló el Ayuntamiento en el siglo XIX.

Fernando murió mujer con vestiduras de hombre, nunca dejó de sentirse Fernanda, su caso no fue mas que una pequeña deformación fisiológica.

La historia nos ha dejado, junto a los casos descritos por Romay, otros personajes que posiblemente tuvieron esta singularidad, santa Wilfrida; san Onofre; la primera mujer titulada como cirujana en España Elena de Céspedes, natural de Alhama de Granada -1587-; la monja Magdalena Muñoz, de Úbeda -1617-; Catalina Erauso, la monja alférez -1626-; …y mas recientemente, en 1914, Simón Kevert en Lille (Francia).

Granada a 21 de enero de 2014, festividad de Santa Inés.

Javier Pérez Cuadros
Noticias sobre ajusticiamientos que tuvieron lugar en Sevilla a finales del s. XVIII, y otros sucesos, entre los que destacan un auto de fe por sacrilegio en Sevilla y un suceso ocurrido en el Convento de MM. Capuchinas de Granada, referente al cambio de sexo de una monja, recogidas por Fray José de Nuestra Señora de los Dolores. Autógrafo. Sin foliar. 17--. Biblioteca General de la Universidad de Sevilla. Signatura A 333/068.

Tomás Romay. Obras Completas. Habana, 1965.Tomo I, pp. 27-31.

Fragmento del Mapa Topográfico de la Ciudad de Granada por Francisco Dalmau, 1796.

José Puiggarí. Monografía histórica e iconográfica del traje. Barcelona, 1886, p. 243

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