martes, 16 de febrero de 2021

1937 SOBRE UN AUTO DE FE EN GRANADA

 DESTRUCCIÓN DE URNAS EN LA PLAZA DEL CARMEN


Hoy me toca repaso de las efemérides.

16 de febrero de 1937

En algunas de las poblaciones ocupadas por los rebeldes se hizo un auto de fe con las urnas electorales. Falangistas y requetés prepararon unas piras en las plazas centrales en la que quemaron papeletas de voto simuladas y destrozaron a garrotazos los inofensivos recipientes que habían servido para conocer la voluntad de los españoles.

Algún cronista en la España leal calificó este acto como “hebefrénica decisión adoptada por las cerriles masas de Franco como represalia simbólica contra el Frente Popular”.

(La esquizofrenia desorganizada, también conocida como hebefrénica es un trastorno mental en la que el comportamiento del individuo sufre alteraciones espontáneas sin ningún propósito o motivación, agitación y desinhibición).

Granada no vivió ajena a esta “fiesta”. En la Plaza del Carmen se levantó una tribuna adornada de banderas nacionales y de la Falange y “de las naciones amigas” (imagino Alemania e Italia). En el centro de la tribuna se simuló una mesa electoral con una urna llena de papeletas, a su lado unos folios simulaban las actas.



El cronista de IDEAL señalaba que tanto la plaza como las calles próximas estaban llenas de gente. En el centro dos centurias de flechas y la Primera Falange de la Centuria municipal al mando del señor Jiménez Molina.

A las cuatro y diez ocuparon los asientos de la mesa electoral, el jefe provincial de la Falange, Joaquín Azancot; el jefe local, Evaristo Páez, y otros jerarcas del partido.

Desde el balcón central del Ayuntamiento, el Jefe de Propaganda del partido, José Molina Plata, les dirigió unas palabras explicando el acto. Tras recordar a José Antonio y las elecciones celebradas hacía un año pidió relegar las actas electorales al menosprecio. “Falange está en su puesto luchando al lado de nuestro glorioso Ejército y atenta al presente y al futuro de la Patria. Hoy afirmamos rotundamente que aquello desapareció para siempre. Y a las urnas electorales se les da el destino que merecen: la destrucción”.

Finalizó el discurso con los tradicionales vivas que fueron contestados por todos los asistentes.

A continuación el sr. Azancot prendió fuego a las papeletas que contenía la urna, destruyendo ésta a garrotazos el sr. Sánchez Soriano, falangista, mientras el público aplaudía.



Tras unos minutos de silencio por los caídos, las centurias desfilaron entre la multitud de asistentes mientras se cantaba el himno de la Falange.

Fuente: IDEAL, 16 y 17 de febrero de 1937.


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