domingo, 1 de abril de 2018

Campanillas de Gloria





Hoy me quiero referir a las Campanillas de Gloria, y es que esas pequeñas campanas que hemos podido ver en las calles han sido durante tiempo inmemorial una costumbre típica de Granada, el Sábado de Gloria, una vez las campanas de la Catedral repicaban anunciando la Resurrección y eran contestadas por las de todas las iglesias de la diócesis, los jóvenes y mayores realizaban grandes detonaciones con escopetas y pistolas en las azoteas, mientras los niños corrían perros con latas atadas al rabo y repicaban rabiosamente en campanillas de barro, esta sonora costumbre venía acompañada según documentos conservados en el Museo de la Casa de los Tiros con lanzamiento de berzas y patatas a los viandantes que andaban confiados por las calles.
Debo de decir que si el lanzamiento de berzas u patatas decayó gracias al celo de los agentes de la autoridad o quizás, como se señalaba en 1918 por el Noticiero Granadino, por la subida del precio de los artículos agrícolas; los disparos no cesaban, la prensa recoge que algún año hubo más de 4.000 disparos en las calles de Granada, “desahogos rifeños” fueron llamados en 1912 por un anónimo colaborador de El Defensor de Granada, que solo desaparecieron cuando se instaura la II República y decae el interés ante las costumbres religiosas. Desde 1931 para acá pocas veces se han producido estas ruidosas manifestaciones.
La tradición que si se mantuvo fue la de las campanillas de Gloria, quizás por formar parte de juegos infantiles ligados a las estaciones del año.
En los años veinte del siglo pasado la Cofradía del Señor de la Humildad y Soledad de Nuestra Señora con sede en Santa Escolástica comienza a ir acompañada de niños llevando faroles alrededor de un paso con el Niño Resucitado, el ingenio popular termina denominando a estos niños facundillos, burlándose de su baja altura y el farol.
La canción de corro dice:
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Por la carretera sube, 
¿quién sube?, ¿quién sube? 
Facundo con un farol. 
Auxilio, guardias civiles, 
civiles, civiles, 
que en mi casa hay un ladrón. 
Ha roto siete tinajas, 
tinajas, tinajas; 
ha roto siete tinajas, 
un barril y un garrafón.
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Las costumbres imperantes en los años en los que estos niños empezaron a salir, los miércoles en el itinerario regular y el viernes hasta el Campo del Príncipe, no permitían emitir ruido alguno, por lo que debemos diferenciar el origen de los facundillos de las campanillas de Gloria. Sirva como ejemplo de esta severidad con la emisión de ruidos el incendio ocurrido en la noche del Viernes Santo de 1908 en el ventorrillo denominado El Rey Chico, en la Cuesta de los Chinos, tanto el campanero de San Pedro como el de la Catedral se negaron a tocar a incendio para no romper el silencio debido en esas fechas, cuando las autoridades obligaron a los campaneros al toque ya habían transcurrido varias horas y el merendero no era más que cenizas.
Con el tiempo los facundillos fueron desapareciendo, fue con el renacer de los mismos, en 1981, cuando cambiadas las costumbres sustituyen los farolillos por las campanillas de Gloria que toman prestadas de una tradición secular anterior a ellos.
Es decir, los facundillos tocan hoy campanillas de Gloria, pero éstas son una costumbre de los niños de Granada muy anterior a la existencia de ellos.


Y acabo, que aunque la Octava de Pascua engloba a los ocho días que van desde el Domingo de Resurrección hasta el II Domingo de Pascua proceden los buenos deseos al principio.
Ya solo me queda desearos una Feliz Pascua, Jesús vence a la muerte, ahora nos toca a nosotros vencer a la apatía, tenemos ocho días para ensayar cara de creer en la Resurrección, sonrisa de nuestra certeza en la Gracia gratuita de nuestro perdón, así que al espejo y a ensayar, un secreto antes de los ensayos: “El corazón alegre hermosea el rostro” (Proverbios 15:13), así que borrar arrugas del corazón, llegan a la cara.
Poco más, la confianza de que a pesar de nuestra ignorancia Dios nos quiere, que valemos mucho para Él (Isaías 43:4-6), ¿Cómo no si su Hijo murió desnudo y en cruz?
Paz y santa Alegría
Javier
(Las manos inocentes me las prestan mis nietos)

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