No quiero dejar pasar más días. El paso del tiempo consigue
que las noticias dejen de serlo para pasar a ser historias, así que hoy hablaré
de mi amigo Armando Molina.
Armando ha debutado recientemente como actor de teatro, no
he llegado a leer las críticas a la obra representada pero de seguro serán
estupendas.
El día 29 de marzo representaba la Compañía de Teatro Corral
del Carbón “La Casa de los siete balcones” de Alejandro Casona, Armando hizo el
papel de Uriel.
En mi libreta secreta, si esa que todos llevamos en el
corazón, guardaré alguna de las frases y reflexiones sobre la obra.
Acto primero. Escena segunda. Germán, el doctor, y
Genoveva.
GERMÁN.- Mis enfermos me necesitan para charlar.
GENOVEVA.- ¿Charlar?...
GERMÁN.- Ya es lo único que creo. Primero se empieza con
los ungüentos caros, después se ensaya con las yerbas, y al final descubres
que lo mejor sigue siendo la palabra. El caso es no estorbar y dejar que se
curen tranquilos. Adiós, Genoveva.
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Acto segundo. Escena tercera. Uriel, la madre y el abuelo.
URIEL.- Cómo se pasa a ese lado. Cómo se rompe ese cristal
que nos separa.
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Acto segundo. Creo que en la escena sexta.
URIEL.- ¡Nooo! … (Empuña un hierro y se enfrenta al
padre).
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Como Genoveva, “mi querida queridísima”, ¿es posible
volverse loco de esperanza? ¿es posible leer el pensamiento de la persona que
amas sin necesidad de palabras?.
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En esta vida hay que aprender a decir NO. Es la palabra
más importante.
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Así que gracias a Uriel (Armando) y Genoveva soñaré con el
Ombú.
Pero mientras le voy a dejar un problema a Armando y a
todos mis amigos.
¿Dónde está este cuadro? ¿Qué tiene que ver con el teatro?
Ya me contaréis, mientras pondré a calentar la cazuela,
hasta la semana que viene que os daré las respuestas. Salvo que alguien las
anticipe.
Paz y santa alegría.
Javier
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