Días pasados leía la noticia de un militar español que ha recibido la máxima condecoración militar de la UE por su actuación en Mali repeliendo un ataque yihadista, me sorprendía porque son muy escasos los merecedores de esa distinción –cinco-; porque es el único español que la ha recibido, y porque su hazaña bélica, perdón, con armas en defensa de población civil, la realizó en bañador –era lo que llevaba en ese momento-. Pero especialmente por sus palabras: “Uno es militar las 24 horas del día. Nunca cuelgas el uniforme”, máxime cuando iba en bañador.
El comandante Franco Fernández merece esa distinción y nuestro reconocimiento.
La noticia y especialmente sus palabras me recordaron nuestro presente, el médico ya no vive en el pueblo, hoy suena extraño decir que un médico, p. ej. d. Emilio Jiménez Amigo, se dedicó cincuenta años al barrio en que vivía –el Albayzín-, claro que quizás sea la placa que le dedicaron en el barrio la única dedicada a un médico; el maestro ya no se vive en el pueblo al que sirve; el farmacéutico, más de lo mismo; el guardia civil, ídem, eadem; el cura,… ¿Quién le puede comentar a cualquiera de ellos ¿cómo está Isabel la buñolera?, ninguno la conoce. Qué pena. Pocos pueden decir como el Comandante Franco que su vocación ocupa las 24 horas del día, hasta cuando se está en bañador.
Pero una vez más me he desviado, el tema de hoy era el tiempo litúrgico, me explicaré, en estas semanas me he dedicado en unos medios u otros a recoger por escrito mis recuerdos de Cuaresma, si un día os recordé el Domingo de Rebeca o del Oculi, otro os hablé del llamado Miércoles de Epheta, del sordo, o del ciego, que ambas denominaciones sobrevivían, en el que los catecúmenos que iban a ser recibidos en la Pascua eran examinados; miércoles en el que los niños celebrábamos el entierro de la vieja, costumbre que ya comenté anteriormente por lo que omito su descripción que encontrareis en otra entrada de este blog; otro día lo dediqué al Domingo de Laetare o de los Cinco Panes, día en el que los Papas bendicen la Rosa de Oro, y hoy me toca el último, el V Domingo de Pascua, el próximo día 18, llamado Domingo de Lázaro o Domingo de Pascua. Y a él quiero dedicar este comentario.
Comenzaré diciendo que yo fui un niño afortunado, viví mi infancia en la Acera del Darro dónde nací, lugar que por aquellos años era una de las dos entradas de Granada, a Granada se entraba por el Triunfo o por el Puente del Genil, a veinte metros escasos de mi casa estaba la parada de todos los tranvías de la vega y un poco más allá la parada de las “alsinas”, el circo se instalaba en mi puerta, la feria a unos pasos, los ebanistas recogían álamos en la encrucijada del Genil con el Darro, las gatas parían bajo el puente, por el puente pasaban centenares de personajes y como decía el dicho popular “todos los días pasa un tonto por el puente del Genil”, aprendí a reconocerlos por la sombra, en especial a los que gastaban o gastan, que aún los hay, ínfulas, llevaran toga, birrete o alzacuellos.
¡Ay!, una vez más me alejo, trataré de centrarme. El V Domingo de Cuaresma era un día especial, la luna nueva que siempre le precede –como recordaréis la Semana Santa se celebra el primer domingo de luna llena después del equinoccio primaveral (alrededor del 21 de marzo), luego el domingo anterior al de Ramos cae después de la Luna nueva-, nos recordaba que tras la muerte corporal hay una vida gloriosa y la Iglesia desde tiempo secular quiso que en este domingo los cristianos recordáramos la Resurrección de Lázaro, lectura que durante mucho tiempo se hacia este día.
En el mismo día, junto a la belleza de la Resurrección, se realizaba –si mal no recuerdo- el “oscurecimiento” de nuestras iglesias, los altares se cubrían de inmensos paños morados, toda la estructura del edificio parecía llamarnos al arrepentimiento, al silencio, a la esperanza en la Resurrección de Jesús que ya veíamos próxima.
Este Domingo de Lázaro es una de las costumbres más antiguas documentadas sobre la pasión, nuestros hermanos ortodoxos lo celebran el sábado previo al Domingo de Ramos y ya nuestra paisana la virgen Egeria narra que en el año 382 se acostumbraba en Jerusalén a congregarse a la hora séptima, la una después del mediodía, en el Lazarium o Betania donde se celebraba con cánticos y lecturas la resurrección de Lázaro.
La costumbre se extendió con el tiempo a toda la cristiandad, unos, los ortodoxos, continúan celebrándolo el sábado previo al Domingo de Ramos; otros, los católicos e iglesias segregadas de esta corriente, lo celebran el domingo anterior –debo agradecer a mi amigo el pastor Metodista Fernando Santillana sus comunicaciones desde Centroamérica sobre éstas y otras celebraciones-. Costumbre que algún amigo mío quiso ver como exclusiva de Granada (Mariano Cruz Romero, Ritual de la Cocina Albaycinera, pág. 16) pero que no lo es.
Lo que si es propio de Granada, que no solo del Albayzín como apuntaba mi amigo Mariano –excelente persona con la que compartí juegos infantiles y más-, son los Roscos de San Lázaro, costumbre ya casi desparecida. Debo a mis amigos José Miguel Reyes, excelente conocedor de las tradiciones molineras de Granada, y David Cuerva, párroco de Viznar, la localización de establecimientos que vendan en estos días éstos roscos, los dulces, previo encargo en la casa Pasteles, los de siempre, los roscos de garbanzo en los quioscos de Plaza Nueva y Plaza de la Mariana y en la panadería de la calle de San Antón.
Pero si he de ser sincero debo citar también las costumbres más crueles alrededor de este este domingo, costumbres que desaparecieron en 1834, imagináis, ayer, que a veces creemos que son costumbres medievales, y es que hasta dicho año se mantuvo la costumbre de que la Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de la Misericordia, del Hospital del Corpus Christi diera entierro piadoso a los cuerpos de los ajusticiados en el año anterior; tras la ejecución de los condenados sus cuartos –entiéndase fragmentos del cuerpo humano- o cadáveres se mantenían a la vista, sin darles sepultura, un palo señalaba su localización y servía para que el viajante, en nuestro caso, los que atravesaban el puente arrojaban una piedra sobre ellos a la vez que rezaban un padre nuestro para su eterno descanso.Este día se recogían los restos, cráneos con restos de pelo, huesos destrozados por las alimañas,…, y se exponían sobre una inmunda bayeta para recoger fondos para la Hermandad.
Como dicen antiguos documentos:
«Está fundada en este hospital una grandiosa cofradía, con título del Santísimo Cuerpo y Cristo y Misericordia, exenta del prelado para la provisión del rector. que se ha de proveer en hijo de hermano y cofrade. Acompaña esta cofradía a los ajusticiados con mucha cera y los entierra y ansi mesmo hace el domingo de Lázaro una solemnísima procesión o entierro a los que han echo quartos o han asaetado, cuyas casas llega la mayor nobleza y caballería de Granada y los entierros en capilla dedicada para este efecto. Gánase todos los días en esta santa casa indulgencias plenarias, por donde es muy frecuentada y se celebran en ella muchas misas, hasta la una del día, a donde todos los clérigos pobres y forasteros tienen cierta limosna de la misa. Hacen los hermanos desta insigne cofradía grandes y apretadas pruebas de cristianos viejos, y a los que vienen a pobreza se les acude con limosnas y loa entierran a costa de la cofradía».
Y acabo, que mañana a mediodía me pillará la luna nueva que anuncia la resurrección de Lázaro y debo descansar-
Y además no todo tiene que ser triste, os he recordado que se `puede reconocer a un tonto lleve toga, alzacuellos o birrete, os he recordado los roscos de san Lázaro, y lo más importante os recuerdo la certeza de que valemos mucho para Dios (Isaías 43:4-6), confiad en Él.
Paz y santa Alegría
Javier
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