El miércoles paseando por nuestra bella ciudad tuve la ocasión de ver a Isabel.
Me sorprendió, conserva la misma lozanía que en su primera visita a Granada en el ya lejano 1492, parece como si por ella no pasaran los años.
En nuestro breve encuentro ella, Isabel de Castilla, esa mujer valiente por la que se creó la Reina del ajedrez a su imagen y semejanza, sustituyendo a la torpe alferza por una dama ágil, … por el valenciano Francesch Vicent, en 1475, en su obra Schachs d’Amor (ajedrez amoroso); esa mujer que, con sus errores -que también cometió, como no recordar la expulsión de los judíos siguiendo el consejo de su esposo-, pues repito esa mujer me pidió al oído que hablara de las damas y los colores, el bullicio de la gente en la calle de la Cárcel, las prisas,… me impidieron preguntarle sus razones.
Cabizbajo por lo breve del dialogo recogí a mis nietos y pensé “Se referirá al póquer” pero pronto deseché la idea, tenía que haber algo más importante detrás, así que acudí a mi viejo amigo fray Antonio Agapida quien me dijo:
Isabel lleva razón, la leyenda negra la persigue, se le atribuye que juró no lavarse ni cambiarse la camisa hasta que conquistara Granada de forma completamente falsa.
Realmente los orígenes de esta leyenda son más remotos, se atribuye a Histaios de Mileto en la revuelta jónica (499 AC-493 AC) – recuerda los 300, Maratón- la promesa de no cambiarse de ropa hasta conseguir el dominio del rey Darío sobre Cerdeña. Lo consiguió, lo segundo, conquistar Cerdeña, de lo primero dicen que se lo impidieron sus amigos y es que hay olores que matan –un soldado luchando seis años sin lavarse, entre otros-.
Después se habló de nuestra Isabel, lo que tampoco era cierto, y más recientemente, me dijo, se le atribuyó la frase a su nieta la infanta Isabel Clara Eugenia de España (1566-1633) , esposa del archiduque Alberto de Austria, la que durante el asedio de Ostende, que comenzó en 1601, dicen prometió no cambiarse de ropa hasta la victoria de su marido, el caso es que éste tardó tres años en tomar Ostende, la leyenda dice que sus ropas tomaron un color isabelino, nadie habla del olor que desprendían. Lo cierto es que tampoco es cierto, perdón por la redundancia.
Y es que a esto de falta de higiene tenemos ejemplos peores en otras monarquías europeas, Francia, Inglaterra, pero la leyenda negra aunque falsa es más conocida.
Lo cierto es que la palabra Isabelino para describir ese extraño color de la ropa no lavada con frecuencia es antigua, unos buscan su etimología en una corrupción de la palabra zibellino (un accesorio de piel de marta), notando la similitud en el color, y otros lo hacen proceder de una contracción de las dos palabras francesas «isard» y «mirabeile», gamuza y ciruela amarilla, respectivamente, -isard-beille-y que el Oxford English Dictionary atribuye su uso a épocas anteriores al asedio de Ostende.
Lo que si es cierto es que ese color que entendemos por sucio es apreciado en los caballos y en algunas aves (palomas, canarios,…)
Conseguirlo es fácil, en cualquier programa de dibujo parámetros RGB: R:210 G:105 B:30.